El recientemente cardenal electo agradeció al Papa Francisco por haberle conferido ese título, y dijo que siente felicidad y plenitud al confesar a las personas. "Yo soy muy feliz perdonando", señaló.
En una entrevista con Radio María de Córdoba, el recientemente cardenal electo fray Luis Dri, sacerdote capuchino de 96 años, que reside con la comunidad del santuario del barrio porteño de Pompeya, se mostró muy agradecido con el Papa Francisco por crearlo cardenal de la Iglesia Católica, aunque reconoció sentirse “muy humillado, porque yo no soy nadie, soy un pobre fraile que nací en el medio del campo y sin mayores cualidades o condiciones”.
El religioso recordó cuando el actual obispo de Roma era cardenal primado de Argentina y “venía al santuario de Pompeya a confesarse”, al tiempo que aseguró sentirse “muy feliz” como confesor, “porque la gente sufre mucho y cuando viene cargada con la mochila llena, pesada, y se descarga, es como un alivio que sienten. Entonces esa felicidad me la transmiten a mí. Yo soy feliz perdonando y no niego a nadie la absolución”.
Además, el capuchino rememoró la figura de otro confesor, el Padre Pío de Pietrelcina, a quien conoció en el año 1961 y de quien aprendió “esa disponibilidad que tenía, a pesar de su rostro de dolor, de quejido, de cierta manera. Pero nunca decía que no, o no puedo”.
Luego, compartió cómo es su rutina diaria en el santuario y también recordó a sus hermanos cardenales Eduardo Pironio y Estanislao Karlic como “hombres sencillos, que me impactaron por su transparencia”.
Finalmente, expresó su acompañamiento a las personas que están aquejadas por diversas dolencias físicas y espirituales, y les aconsejó que “sigan confiando en Jesús, María y José, que no fallan”.
¿Quién es Fray Luis Dri?
Tiene 96 años y nació en la ciudad de Federación, provincia de Entre Ríos. Huérfano desde los 4 años, aprendió a cuidar a los cerdos, a ordeñar a las vacas, a plantar maíz para su familia, compuesta de diez hermanos, y alfalfa para los animales.
Fue la presencia de unos capuchinos en su ciudad lo que lo "atrapó" y lo hizo ingresar en la orden.
Vive en Buenos Aires, en el santuario y convento del barrio de Pompeya. Actualmente, y a pesar de sus largos años, pasa muchas horas al día recibiendo confesiones. Allí fue también confesor de Jorge Mario Bergoglio durante su etapa de arzobispo de Buenos Aires y es uno de los sacerdotes a los que el pontífice suele poner como ejemplo.
Comentá la nota