En el clima de ternura y anhelo de paz que caracteriza la espera de la Navidad y que marcó asimismo la audiencia general de la cuarta semana de Adviento, el Papa Francisco quiso renovar su apremiante llamamiento a todos los congoleños, en especial a la conciencia de los responsables políticos: «sean artífices de paz y reconciliación».
«A la luz de un reciente encuentro que he mantenido con el Presidente y el Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de la República Democrática del Congo, dirijo una vez más un apremiante llamamiento a todos los congoleños, para que, en este delicado momento de su historia, sean artífices de reconciliación y de paz.
Aquellos que tienen responsabilidades políticas escuchen la voz de su conciencia, sepan ver los crueles sufrimientos de sus connacionales y lleven en su corazón el bien común.
Al asegurar mi apoyo y mi afecto al amado pueblo de ese país, invito a todos a dejarse guiar por la luz del Redentor del mundo y ruego para que la Navidad del Señor abra caminos de esperanza».
También en sus palabras de aliento a los peregrinos de tantos países, el Papa Francisco renovó su invitación a contemplar el Pesebre, dejando que nos impregne «la paz que Jesús viene a traer al mundo», reiterando que «el Niño Dios quiere caminar con nosotros a lo largo de nuestra vida».
Y recordando que «en Jesús la esperanza se hizo carne», exhortó asimismo a abrir los corazones al Salvador del mundo - como hicieron María, José y los pastores - y a impulsar las obras de misericordia:
«Invito a todos a la oración y al compromiso en las obras de misericordia para que la Navidad sea un encuentro personal con el Señor y suscite en nosotros propósitos de bien y de solidaridad
Para nacer en la esperanza que Dios nos dona, con María, José y los pastores, abramos nuestros corazones a Jesús y acojamos en Él todo el amor de Dios hacia cada uno de nosotros».
En la Navidad celebramos el Nacimiento de Cristo y se renueva la alegría de saber que Dios está entre nosotros, destacó también el Papa:
«Deseo una Navidad verdaderamente cristiana para todos y sus familias, para que los deseos de ‘Felices fiestas’ que se intercambian sean expresión de la alegría que se siente al saber que Dios está en medio de nosotros. ¡Él quiere caminar junto con nosotros en la senda de la vida! Deseo a todos una Santa Navidad y feliz Año Nuevo, lleno de las bendiciones del Niño divino»
No podía faltar el aliento navideño del Obispo de Roma a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:
«Queridos jóvenes, prepárense al misterio de la Encarnación con la obediencia de fe y la humildad de María. Ustedes, queridos enfermos, tomen de Ella aquella fortaleza y aquel ardor por Jesús que viene entre nosotros. Y, ustedes queridos recién casados, contemplen el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret, para practicar sus mismas virtudes en vuestro camino de vida familiar».
(CdM – RV)
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