Natan Waingortin: "disfruto ser rabino en Resistencia y lo hago con amor y dedicación"

Natan Waingortin:

Poco se sabe a nivel social de cómo se desarrollan los judíos en la provincia del Chaco, un poco por falta de interés, por desconocimiento o también porque muchas veces es un espacio muy reservado. 

Pero sucedió lo que en muchas religiones sucede, y faltan tantas otras, que apareció un joven con vitalidad y ganas de dar a conocer estos espacios que hacen a la gran identidad religiosa y cultural de nuestro Chaco.

Hablamos de Natan Waingortin, que es de Santiago de Chile y se ordenó como rabino en el Seminario Rabínico de Buenos Aires, complementando sus estudios en diversas instituciones en Israel. A su vez, es licenciado en Psicología Organizacional.

Actualmente se desempeña como rabino en la Comunidad Judía de Resistencia, hace años, y como director de la Biblioteca Digital del Seminario Rabínico. Ha dictado numerosos cursos en especial de biblia, literatura rabínica, hebreo en la liturgia, y sobre la biblioteca judía. Es conocido por su manejo de las fuentes clásicas del judaísmo y por integrar los libros con el mundo digital.

En cuanto a su cercanía con la religión, recuerda: “Crecí en una familia de profundos valores judíos. Mi papá es rabino de una comunidad en Chile, y siempre viví en un marco de amor por la religión, las tradiciones, los libros y más. Fui a escuela judía desde chico y tuve una vida activa dentro de la comunidad”.

A lo que agregó: “De cómo descubrí el camino es una historia especial. Como mencioné, mi papá es rabino, y el más representativo de Chile, de una comunidad muy grande. Somos 4 hijos, tres hermanas y yo el único varón, así que desde siempre la comunidad puso sobre mí la expectativa de ser un ´futuro rabino´. Aclaro que, en el judaísmo, ser rabino no es hereditario sino una vocación personal. Esa ´presión social´ me llevó a renegar y decir "¡Yo no quiero ser rabino! Quiero ser ingeniero. Amo las ciencias exactas, de hecho, cuando terminé la secundaria hice un año de ingeniería. Pero, a pesar de renegar, en la práctica amé siempre el judaísmo y desde chico en la comunidad disfrutaba muchísimo enseñar, acompañar a mi papá y a la gente, y hacer todo tipo de funciones ´rabínicas´. Fue más tarde cuando me sinceré conmigo mismo y entendí que mi deseo profundo era ser rabino”.

“Cuando decidí mi vocación, me topé con el desafío de mudarme. En Chile hay unos 20 mil judíos, varias comunidades, escuelas y todo, pero, naturalmente, es en los grandes centros de la vida judía donde hay escuelas para la formación de rabinos. Las opciones eran Argentina, Israel o Estados Unidos. Elegí Argentina, no necesariamente por la cercanía, sino por ser el faro de judaísmo a toda la región en donde proyecto desempeñarme”, señaló.

Vale mencionar que en el judaísmo, un rabino es alguien que se dedica de lleno a la comunidad, enseñando, guiando, siendo referente de consultas en cuestiones religiosas, rituales y éticas. Eso requiere de mucho estudio. El rabino es un judío común y corriente al igual que los demás, ya que no tienen jerarquías, todos los judíos tienen los mismos derechos y obligaciones en cuanto a lo religioso. Eso significa, por ejemplo, que cuando el rabino no está en Resistencia, la Comunidad funciona plenamente, ya que cualquier miembro de la misma puede dirigir los rezos, festividades, ceremonias fúnebres, etcétera. Lógicamente necesita tener conocimientos para poder hacerlo. El judaísmo es una religión completamente horizontal, porque, de hecho, entienden a la humanidad entera como horizontal, todos creados a imagen y semejanza de Dios.

En ese contexto, Natan manifestó: “estudié en Buenos Aires, en el Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall T. Meyer, donde se han formado más de 100 rabinos que sirven en Latinoamérica y en todo el mundo. Ahí también se formó mi papá. Estudié unos 10 años incluyendo un año en Israel para profundizar. Durante ese tiempo también trabajé 3 años como seminarista en una comunidad de Zona Sur del Gran Buenos Aires, 2 años asistiendo a comunidades pequeñas del interior, y también como moré (maestro en escuelas comunitarias).

En cuanto a sus funciones en comunidad, Waingortin detalló que son variadas: “mi tarea va desde oficiar las ceremonias religiosas, enseñar en los múltiples espacios educativos que tenemos, acompañar en las actividades sociales y culturales, además de reuniones y planificación. Esto ya me lleva muchas horas cada día. También visito personas enfermas, adultos mayores, hablo con familias, y todo un trabajo con la gente atendiendo y acompañando. Junto a todo esto está la participación en espacios interreligiosos, con las autoridades de la ciudad y provincia entre otras actividades. Aunque es una tarea intensa, reservo tiempos para el descanso y actividades recreativas, ya que considero importante tener equilibrio. Disfruto con mi familia, mis amigos y mis hobbies como tocar el piano. Estoy contento en Resistencia”.

“La familia judía en Resistencia es una hermosa comunidad. Es una colectividad con una larga y rica historia, que hoy tiene un presente muy vital con miembros de todas las edades y actividades para todos los grupos. Nos importa mantener nuestros valores a través de las tradiciones, siendo un lugar seguro y de contención para nuestras familias. Especialmente desde el 7 de octubre de 2023 con el ataque terrorista de Hamas en Israel, y el antisemitismo que nos rodea, en todo el mundo los judíos nos hemos acercado más a nuestras comunidades, volviendo a las raíces y abrazando más la fe. En Resistencia, por supuesto, también lo hemos vivido así, y cada vez más familias y en particular jóvenes judíos están más comprometidos con su identidad”, destacó.

Finalmente, Natan reflexionó: “El odio por motivo religioso en la actualidad es muy fuerte. Creo que, así como el amor nos mueve para construir, el odio nos lleva a destruir. El antisemitismo es el odio y animosidad hacia los judíos como personas, el judaísmo como religión, y en general todo lo que tenga relación con lo judío, que incluye hoy al Estado de Israel. Sigue existiendo porque ha sido inculcado en occidente durante los últimos 2 mil años como una teología de odio. Entonces, por más que hoy la religión no sea central como lo fue en el pasado, ha quedado impregnado en la cultura el estereotipo de que el judío es lo más malo del mundo”.

Comentá la nota