Se realizó bajo un calor agobiante, que no condicionó la participación de miles y miles de fieles. En la misa, celebrada en las puertas de la Catedral, el obispo diocesano invitó "a salir y trabajar por la paz", rememorando el mensaje del Papa Francisco.
Poco antes que el termómetro registre la máxima de ayer, con 32º a las 16.20, se puso en marcha la "41º Marcha de la Esperanza" que partió desde la Gruta de Lourdes bajo el lema "Madre, ayúdanos a trabajar por la paz".
Bajo un sol por momentos impiadoso, miles y miles de fieles colmaron las calles del puerto para dirigirse a la primera estación, en la parroquia San Antonio.
La peregrinación estuvo encabezada por el obispo diocesano monseñor Antonio Marino y, además de la tradicional imagen de la Virgen, en esta oportunidad también estuvo presente una Virgen de Luján bendecida por el Papa Francisco.
Los peregrinos, de todas las edades, cubrieron sus cabezas con gorros, sombreros, otros optaron por los anteojos y no faltaron los paraguas para protegerse del sol. Pero ninguno dejó de caminar.
El matrimonio integrado por Nora y Carlos esperó a la procesión en la plaza Esteban Echeverría, frente a la parroquia San Antonio, debido a que "el 522 que nos tenía que llevar hasta la Gruta no paraba, así que tomamos otro colectivo y decidimos sumarnos acá", explicaron.
La marcha, que al inicio colmó más de siete cuadras de largo pero a través de su recorrido fue sumando adeptos, también contó con la participación de numerosas familias con hijos chicos, a los que transportaron en carritos.
Velas y bebidas
Tal el caso de Diego y Soledad, que explicaron que sus hijos "participaron hasta en la panza. Venimos a ofrecer y a agradecer", contaron mientras caminaban empujando un carrito doble.
Otro que también empujaba el carrito de su hija fue el secretario de Seguridad de la comuna, Adrián Alveolite, que contó que era su primera participación junto a su primogénita.
La segunda escala se produjo en la parroquia Jesús Obrero, oportunidades que eran aprovechadas por los peregrinos para refrescarse, descansar unos minutos y volver a marchar.
En cada una de las paradas, los vendedores ambulantes ofrecían sus productos, que iban desde pañuelos con la imagen de la Virgen, tulipas con velas a razón de $15 y dos por $25, mientras que las bebidas cotizaban a $15 la unidad.
Todavía con el sol reinando sobre el firmamento, y mientras entonaban canciones como "Juntos como hermanos", Eugenia contó que era su primera experiencia. "Vine porque me invitaron unas amigas y espero disfrutar el momento, nada más".
La tercera escala se produjo en la parroquia San José, para proseguir la peregrinación hasta la Asunción y desde allí emprender el tramo final hasta la Catedral, en cuyas escalinatas se celebró la misa final a cargo del obispo monseñor Antonio Marino.
Homilía
En las puertas de la Catedral, al celebrar la homilía que marcó el fin de la Marcha de la Esperanza, el obispo diocesano recordó que "hace cuarenta años, en 1974, la inauguraba el inolvidable segundo obispo de esta diócesis, monseñor Eduardo Pironio. La realizamos en el Adviento, que es por excelencia el tiempo de la esperanza".
Asimismo, señaló que las lecturas bíblicas del segundo domingo de Adviento orientan "nuestra atención a `preparar el camino del Señor`" y que el sentido "espiritual" de la senda por construir es "el arrepentimiento para recibir el perdón de nuestros pecados".
"Las montes y colinas que debemos rebajar son el nivel de nuestra soberbia que debe reducirse a la humildad -dijo-. Las valles que debemos rellenar son el desánimo y la desesperanza que nos pueden invadir ante las pruebas de la vida".
En ese sentido, el purpurado pidió "esmero" para mejorar el camino interior y aseguró que "lo renovamos cada año en nuestra marcha, desde la Gruta de Lourdes hasta la Catedral. El camino exterior con su alegría y su fatiga debe convertirse en símbolo de nuestro camino".
"También nuestra Catedral puede convertirse este año en símbolo o metáfora de nuestra necesidad de reparación y rejuvenecimiento espiritual -añadió-. Su cierre preventivo se vincula con grietas y desprendimientos de su ornamentación y sus molduras. Es un emblema de nuestra ciudad, no sólo por su belleza, sino porque en buena parte la historia fundacional de Mar del Plata gira en torno a ella. Nos enorgullece y la queremos".
Realidad
Así las cosas, comparó los problemas edilicios del templo como "un signo elocuente que remite a otra realidad no física sino espiritual, no sólo temporal sino trascendente" y aseguró que "esperamos otra patria, otra tierra que el Señor nos ha prometido. Por eso, como obispo, no vacilo en decir que de poco nos serviría tener una de las más hermosas catedrales del país, si no realizamos como Iglesia la misión asignada por Cristo".
"Debemos salir, queridos hermanos -arengó-. Ya lo dijo nuestro Papa Francisco. Salgamos a las periferias geográficas de nuestra ciudad, donde tantos hermanos nuestros nos esperan. Pero salgamos también a las periferias internas y existenciales que están presentes en todas partes".
Luego Marino recordó que durante toda la peregrinación estuvo presente una imagen de la Virgen de Luján bendecida por el Papa Francisco e invitó a "trabajar por la paz, en nuestra ciudad, en nuestra patria, en el mundo. Hay mucha violencia verbal y física, mucha agresividad en las relaciones cotidianas, descontrol en las pasiones. Hay niños que no reciben una alimentación adecuada ni educación elemental".
Asimismo, reconoció que "cada tanto nos sacuden noticias de corrupción y comprobamos que hay mucha injusticia estructural", por lo que consideró que "nuestra patria necesita reconciliación" y pidió "por los muchos hermanos nuestros que cada día mueren víctimas del odio hacia la fe cristiana en varios lugares de África". La desconcentración se realizó en paz, después de la eucaristía.
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