Así lo estimaron fuentes eclesiásticas. La entusiasta convocatoria y el clima ideal facilitaron la asistencia. Poco antes de las 7 del domingo ingresó a la plaza frente a la basílica la imagen peregrina. Emotiva declaración de los primeros organizadores.
Una multitud mayor a la de los últimos años, según estimaciones eclesiásticas, participaron este fin de semana de la 50° Peregrinación Juvenil a Luján, que tras una entusiasta convocatoria y con inmejorabes condiciones climáticos finalizó con una misa que a las 7 de la mañana ofició el arzobispo de Nuenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva.
La emoción embargó a los peregrinos de la diócesis de Gregorio de Laferrere cuando, minutos antes de la celebración, ingresaron con la Imagen Peregrina de la Virgen de Luján al altar montado en la Plaza Belgrano, frente a la basílica de Luján.
Los jóvenes de “Lafe”, al igual que cientos de miles de peregrinos, caminaron los más de 60 kilómetros que unen Liniers con la Basílica de Luján. Ingresaron emocionados y satisfechos por la vivencia, tan deseada por ellos, de ser los portadores de la Patrona de la Patria en ese trabajo coordinado, a pesar del cansancio, para llevar en andas tamaña responsabilidad al paso de la fe de los peregrinos.
La otra fiesta que se vivió paralelamente la protagonizaron el grupo de los denominados “primeros peregrinos”, aquellos que en 1975 —y por iniciativa de la juventud que supo congregar el Padre Rafael Tello— gestaron hace medio siglo la cultura de promover esos altos valores que hacen al bien común de la convivencia entre hermanos.
Ellos, los paridores de la Peregrinación Juvenil a Luján, compartieron el documento: “Madrecita querida”. Allí manifestaron, una vez más, su compromiso de “ensanchar nuestros corazones” para revalorizar a “los ancianos y las familias, especialmente los niños, que tienen hambre, a los que no tienen techo, a los que no tienen para comprar medicamentos, a los que están solos, a los enfermos y excluidos”. La esperanza, la justicia, la construcción de una patria de hermanos que lleva, en consecuencia, a una América unida, fueron algunos de los valores que reivindicaron ante las nuevas generaciones de peregrinos.
En esta fiesta popular mariana, una de las más importantes de la Argentina, el primer peregrino —que cuidó a la Virgen de Luján desde que quiso quedarse tercamente en aquel año 1630 en tierras lujaneras y hasta su muerte— regaló una noticia en la voz del arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig: a fin de año viajará a Roma, al Dicasterio de la Causa de los Santos— y entregará toda la documentación pertinente para iniciar el proceso de reconocimiento de las virtudes heroicas del Negrito Manuel, el que se dejó enamorar por la Virgencita de Luján cuando solo había campo alrededor de ella y abrojitos en su manto.
Monseñor García Cuerva inició su homilía centrándose en la imagen de la Virgencita y la describió con los ojos del corazón: “Madre: Tu imagen original tiene solo 38 cm, hecha de barro cocido. Sin embargo, Madre, sos tan grande, sos tan inmensa en tu pequeñez”.
En un pedido a la Patrona de la Argentina, continuó: “Madre, mira a tu pueblo cansado, mira a tu pueblo que está haciendo un gran esfuerzo para sostenerse en la esperanza, para ponerse la Patria al hombro y sobrellevar la crisis que nos atraviesa hace años. Mira a tu pueblo peregrino, que viene con todas sus intenciones, con sus heridas, y esperanzas. Necesitamos ser mirados por tus ojos grandes, claros y azules porque tu mirada no está empañada por prejuicios; con tus ojos nos mirás a todos, sin excluir a nadie; mirás, como Patrona de Argentina, todos los rincones de la Patria”.
Los organizadores agradecieron el servicio muy concreto y muy entregado a los peregrinos de los 74 puestos sanitarios que se montaron desde distintas parroquias y organizaciones. Y que estuvieron distribuidos a lo largo de la ruta para la atención de los peregrinos y a los cuales se podía acceder en forma totalmente libre y gratuita.
Y el servicio que también prestaron los incontables puestos de apoyo que se ubicaron a la vera de traza de la ruta 7 y desde los cuales se le ofrecieron infusiones, caldos, frutas, golosinas, pan, agua para darles aliento, recuperar fuerzas y que puedan seguir caminando.
Fueron más de 6500 los servidores que asistieron voluntariamente cada uno desde su experiencia, conocimientos y posibilidades durante la peregrinación.
La imagen cabecera había partido el sábado, a las 10, desde el santuario de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers.
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