El presidente del Episcopado y obispo de San Isidro animó a encontrar la fuerza en el Señor para vencer "todas las tentaciones que nos presenta la vida".
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y obispo de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojea, compartió su reflexión para este primer domingo de Cuaresma.
El obispo recordó que “inmediatamente después del bautismo de Jesús, él sufre las tentaciones en el desierto”. “En el bautismo se había afirmado su identidad, aparece la Trinidad y la voz del Padre que lo proclama su hijo; en el fondo la tentación es una prueba de la propia identidad, la tentación en el fondo viene a decirnos ¿quién sos? ¿dónde está tu ser más profundo?”, enfatizó
“Es la tentación de hacer algo solo por él mismo, es la tentación de las pasiones, del egoísmo, de la búsqueda de sí mismo porque Jesús va a multiplicar los panes a lo largo de su vida, pero lo va a hacer para otros no para sí mismo”, manifestó.
El prelado señaló que también existe una “segunda tentación, y es tremenda porque es la tentación de la espectacularidad”. “Qué necesidad de aprobación tenemos en el mundo de hoy; esto viene de un profundo deseo de ser querido, de una gran orfandad, de una necesidad de que nos quieran, de que nos apoyen, de que nos aprueben”, continuó.
Asimismo, el obispo de San Isidro reflexionó sobre las veces en las que “vemos con dolor en internet chicos que sufren tanto porque no son aprobados en las cosas que dicen, piensan, en las fotos que suben y algunas veces esto ha llegado al suicidio”.
“Que tremenda soledad y, sin embargo, el Señor responde al tentado”, dijo, al tiempo que manifestó: “Qué tentación tremenda para el Señor, que prueba tremenda y sin embargo él defiende su identidad, viene a cumplir el proyecto del Padre, por eso entrega su vida por nosotros en la Cruz”.
Por otra parte, se refirió a la “tentación del poder temporal, esta tentación de someter a todos bajo el poder, esta ilusión en el fondo de creer que se domina todo por la soberbia y por la vanidad”, en cambio, señaló, el Señor vino a “entregar su vida por nosotros; no ha elegido el camino del sometimiento violento, no ha elegido el camino del avasallamiento de la persona humana.
Finalmente, invocó al Señor para que “nos ayude a vencer las tentaciones que son pruebas de nuestra identidad, pruebas para saber en dónde estamos parados, hacia dónde dirigimos nuestra vida, cuan firme es nuestro destino, nuestro compromiso; pidámosle al Señor encontrar la fuerza en él para vencer todas las tentaciones que nos presenta la vida, que en el fondo son pruebas de nuestra identidad”.+
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