Sucederá al obispo Oscar Ojea en los próximos tres años, una gestión caracterizada por fuertes críticas al gobierno de Javier Milei.
El arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Colombo, fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) para el trienio 2024-2027. Será secundado por el cardenal Ángel Rossi SJ, arzobispo de Córdoba; y monseñor Daniel Fernández, obispo de Jujuy, en las vicepresidencias primera y segunda, informó AICA. En tanto, monseñor Raúl Pizarro, obispo auxiliar de San Isidro, fue elegido secretario general de la CEA.
Las nuevas autoridades de la Comisión Ejecutiva de la CEA fueron elegidas en el marco de la 125ª Asamblea Plenaria de la CEA que se desarrolla en la casa de ejercicios El Cenáculo, del partido bonaerense de Pilar.
La nueva mesa ejecutiva sucede en el cargo a monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro; monseñor Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza; monseñor Carlos Azpiroz Costa OP, arzobispo de Bahía Blanca.
Durante el Gobierno de Milei la gestión de Ojea –de línea directa con el Papa Francisco– se caracterizó por fuertes señales contra las políticas de ajuste del Gobierno. La designación de Colombo, de tono más conservador, abre un interrogante sobre qué perfil adoptará la Iglesia católica en tiempos de Milei.
En 2022 Colombo, fue denunciado por “desobediencia” a la justicia y “entorpecer” la primera investigación por violencia de género contra la Iglesia católica que se realizó en el país. La causa se inició en julio de 2019, cuando Yolanda Quiroga, una mujer que hoy tiene 72 años, se presentó ante la justicia de Mendoza para acusar al Arzobispado de esa provincia por hostigamiento y el maltrato.
En septiembre de 2018, Yolanda se había animado a denunciar por primera vez ante las autoridades eclesiásticas que durante años había sufrido el trato violento por parte de uno de los diáconos de la parroquia San Pedro y San Pablo. Ambos habían tenido una relación en la que ella quedó dos veces embarazada. Las dos veces el clérigo la obligó a abortar. Les contó también que había descubierto que el diácono tenía, en paralelo a su vida sacerdotal, una familia con esposa e hijos.
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