Ricardo Jesús Pierangeli, Daniel Héctor Giménez y Roberto Ariel Isgro, fueron ordenados el viernes 25 de noviembre en una celebración que se llevó a cabo en la catedral.
El obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Armando Uriona FDP, presidió el viernes 25 de noviembre la celebración Eucarística en la que Ricardo Jesús Pierangeli, Daniel Héctor Giménez y Roberto Ariel Isgro fueron ordenados diáconos permanentes.
En la homilía, monseñor Uriona recordó: “Nos hemos reunido para celebrar la Eucaristía y, como Iglesia diocesana, nos alegramos con ellos, su familia y sus comunidades por este acontecimiento que nos llena de esperanza”.
“El diaconado es el primer grado del sacramento del Orden Sagrado, y ha sido instituido en los inicios de la Iglesia por los Apóstoles, a fin de que llevaran adelante la misión de servir las mesas de los huérfanos y las viudas, los más necesitados de la sociedad de entonces (Cf Hech 6,1-7)”, señaló el obispo.
Seguidamente, explicó que “se lo denomina diaconado permanente para diferenciarlo del transitorio, que se orienta al presbiterado, y se les confiere también, como sucede hoy, a personas casadas”. Monseñor Uriona dijo que la tarea de Pierangeli, Giménez e Isgro “será ayudar al obispo y a su presbiterio, mediante el anuncio de la Palabra de Dios, actuando como ministros del altar y atendiendo las obras de caridad”.
Además, manifestó que los ordenandos “se prepararon a lo largo de estos años con empeño, y ahora les toca anunciar la Palabra en una Iglesia que quiere ser cada vez más sinodal y misionera. Una Iglesia en salida, hacia las periferias geográficas y existenciales, mostrándose muy cercana con los marginados y excluidos, siendo por tanto fundamental en ustedes el servicio de caridad ejercido en sus múltiples formas”.
“Como ministros del altar, proclamarán el Evangelio, prepararán el sacrificio de la Eucaristía, y repartirán el Cuerpo y la Sangre del Señor a los fieles. También podrán dirigir las celebraciones litúrgicas, administrar el bautismo, autorizar y bendecir los matrimonios, llevar el viático a los moribundos y presidir las exequias”, continuó.
Asimismo, el obispo de Río Cuarto les deseó que la fe “sea el cimiento en el que se asiente sus vidas”, al tiempo que los animó a “conocer y enamorarse cada día más de la persona de Jesús que, encarnándose en el seno de María, se hizo uno de nosotros y que, ungido por el Espíritu Santo, ‘pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio’, como lo anunció Pedro en la casa del centurión romano Cornelio”.
En esa sintonía, deseó a los tres nuevos diáconos que también desempeñen su ministerio “haciendo el bien”. “De esta manera, serán auténticos testigos del Señor, identificándose cada día más con el que se comportó como servidor de todos”, agregó
"La oración humilde, confiada y constante les proporcionará la fuerza para el ejercicio del ministerio diaconal en la vida de todos los días, ejerciendo este servicio ante todo dentro de su familia, en su trabajo y, luego, en las diferentes tareas que lleven adelante en sus respectivas comunidades parroquiales", concluyó el diocesano.
Testimonios vocacionales de los ordenados
Ricardo Pierangeli (51 años), enfermero, casado, dos hijos:
“Mi Parroquia es Espíritu Santo. Desde el llamado que recibí una noche del 2013, en sueños, donde el Papa Francisco me pregunta: ¿Ricardo, me ayudás con los pobres?... Desde ahí, con un "sí" al Señor, comienzo un camino maravilloso, con muchas alegrías y piedras también, pero con una fe inmensa en que Dios me acompaña siempre”, narró.
Y añadió: “Trabajo en un hospital desde hace 20 años, donde veo el rostro del Señor en cada enfermo, y en mi otro trabajo de hace 15 años, en un Dispensario, su rostro se me aparece en cada familia pobre que atiendo; trato de hacer lo posible para cumplir la voluntad del Señor”
Daniel Héctor Giménez (62 años), contador público, casado, cuatro hijos.
“Mi servicio lo presto en la parroquia Santa Teresita, y además soy miembro de Cáritas Diocesana y secretario de la Comisión de Pastoral Social de la diócesis. Esta vocación al diaconado significa responder al Señor, que primero me llamó a fundar una familia con mi esposa, Adriana, y luego a servirlo como diácono”, expresó.
“El sacramento del matrimonio se engarza, por así decirlo, con el sacramento del orden sagrado, que implica ampliar la mirada de amor más allá de la propia familia y de los amigos, para ayudar y servir a todo el pueblo fiel, en especial a los más necesitados”.
Ariel Isgró (46 años), personal civil de la Fuerza Aérea y docente, casado, con 4 hijos.
“Pertenezco a la parroquia Jesús Resucitado. El Señor me llamó a los 25 años, pero tuve que esperar hasta los 35 para poder empezar los años de formación, que han sido un tiempo de discernimiento junto con mi esposa, que es catequista. Este llamado a servir implica un estilo de vida que, unido al matrimonio, permite ser instrumento de Dios para el bien de su pueblo”.
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