El obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc, compartió este domingo una carta pastoral sobre la oración, un tema que “salió como prioridad” en la última reunión del Consejo Diocesano de Pastoral, y que es además el tema elegido este año por el Papa Francisco, “para redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración”.

“He visto conveniente compartirles este breve aporte, para que todos conozcamos algo más acerca de ella y, así, le dediquemos más tiempo personal, familiar y comunitario”, expresa el prelado al inicio de su mensaje.

“Frecuentemente, pienso en la insistencia de Jesús sobre la oración, avalada por su vida y sus palabras. Él nos invita a rezar, y Él lo hacía sin prisa y sin pausa”, reflexiona, asegurando que la oración “es el alma de toda vida de fe y, por supuesto, de la vida cristiana”.

Por eso, afirma que “la oración, sin duda alguna, es la mejor manera de comunicarse con Dios. Es el medio para el diálogo diario con Aquél que nos creó y que nos ama tal y como somos”.

En ese sentido, anima a tener la mirada siempre puesta en quien todo lo puede, y a ser valientes para pedir “no sólo aquello que necesitamos, sino, sobre todo, para conocerlo, amarlo y servirlo más y más. Se trata de hacer una oración de confianza absoluta en el Señor, sabiendo que nos escucha”.

“La oración da alegría, da luz y alegra el corazón al hacernos conscientes de que Dios nos ama, nos sostiene, nos alienta, nos hace salir al encuentro de los demás, que son nuestros hermanos”, insiste, y agrega: “Esta vida es un regalo de Dios y tenemos necesidad de vivirla en la alegría de un amor que envuelve”.

Citando a algunos santos y al Catecismo de la Iglesia, el obispo de Catamarca detalla la importancia de la comunicación diaria con Dios a través de la oración. “Es tan importante, que se menciona más de 250 veces en las Escrituras”, añade.

Monseñor Urbanc insiste en no buscar a Dios solo “cuando tienes un problema, una dificultad o una enfermedad, sino siempre, agradeciéndole, alabándolo y dándole gloria, pues de Él procede toda bendición y gracia”.

“La oración diaria es un acto de adoración y obediencia, es una forma de reconocer que a Dios le entregamos las riendas de nuestras vidas. Es un reconocimiento de la soberanía de Dios”, concluye el diocesano.