El obispo de Catamarca ordenó diácono al seminarista Ramón Leandro Roldán en la catedral Virgen del Valle, donde lo animó a ser siempre compasivo, indulgente, paciente y tolerante.
El obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc, ordenó diácono al seminarista Ramón Leandro Roldán en la catedral basílica y santuario del Santísimo Sacramento y de Nuestra Señora del Valle, durante una ceremonia de la que participaron numerosos fieles, familiares y amigos.
La Eucaristía fue concelebrada por el vicario general, padre Julio Murúa; el delegado diocesano para la Pastoral Vocacional, presbítero Diego Manzaraz; el rector de la catedral y santuario, presbítero Gustavo Flores; y otros numerosos sacerdotes del clero local.
También concelebraron representantes de la arquidiócesis de Tucumán, como el presbítero Pío Pérez, formador del Seminario Mayor, y el presbítero Amadeo Tonello, párroco del Inmaculado Corazón de María, comunidad donde Leandro -como llaman al nuevo diácono- realizó tareas pastorales en 2022, mientras cursaba el último año de su etapa de formación. Además, estuvieron presentes en la misa seminaristas de Santiago del Estero y Tucumán.
Como Roldán había formado parte de la Banda de Música de la Policía de la Provincia, se hicieron presentes para compartir este momento la ministra de Seguridad de Catamarca, Fabiola Segura; el jefe de Policía, comisario general Marcelo Ulises Córdoba; el subjefe de Policía, comisario general Víctor Hugo Sánchez; los directores de la Escuela Superior de Policía, Banda de Música y Relaciones Institucionales, comisario inspector Enrique Carrazana, subcomisario profesor Aldo Mario Castelli, y comisario licenciado Diego Romero, respectivamente.
Durante la Eucaristía, monseñor Urbanc dio gracias a Dios también por los 16 años de su llegada a Catamarca como obispo coadjutor, el 24 de marzo de 2007.
Al comenzar su homiía, el obispo comenzó agradeciendo a los padres de Leandro: "Miriam y Ramón, quienes supieron acompañar el largo proceso de su formación y discernimiento vocacional”, como también a los hermanos y hermanas, y al resto de sus familiares.
A continuación, dio la bienvenida “a los feligreses de la parroquia de Santa Rosa de Lima y demás comunidades, tanto de Catamarca como de Tucumán, donde Ramón ejerció servicios pastorales. Al igual que a la Policía de Catamarca, que inició el Año Jubilar por los 200 años de su creación, y de la que Ramón nunca dejó de ser miembro, institución que lo ayudó en la formación en valores ciudadanos, en la adquisición de hábitos, en el cultivo del amor a la Patria y en el servicio al otro”.
Asimismo, expresó su gratitud “a los formadores del Seminario y a la arquidiócesis de Tucumán, que está cumpliendo 125 años de su creación y de la que se desprendió nuestra diócesis de Catamarca, el 5 de febrero de 1910”, y a los sacerdotes del presbiterio catamarqueño, a quienes les confío el cuidado de Ramón.
Acerca de los textos bíblicos proclamados, el diocesano señaló que “Dios Padre nos está hablando y, sobre todo a ti, Leandro, ya que nacimos para ser servidores a ejemplo de Jesús, ‘que no vino a ser servido sino a servir y a dar la vida en rescate de una multitud’”. En este sentido afirmó que “todos, desde el día del bautismo, tenemos que ejercer la diaconía. Pero, con la ordenación, esta diaconía cobra el rango de ministerio, estrechamente unido al sacerdocio diaconal de Jesucristo”.
En otro tramo destacó “la importancia del servicio a los necesitados y el discernimiento sinodal; todo un plan de vida personal y para trabajarlo con los fieles, donde te encuentres. Así crece el Reino de Dios: con servicio y sinodalidad”.
“Querido Leandro, hoy, el Señor te constituye en samaritano de todo ser humano que encuentres en el camino. Pide la gracia de conmoverte siempre ante el dolor, la angustia, el desconcierto, la soledad, el fracaso, el pecado y la fragilidad que marcan la vida humana de los que peregrinamos por esta vida terrena. Que seas capaz y diligente para poner lo mejor de ti al servicio de las necesidades del prójimo. Que no te canses de cuidar a Jesús en la persona de los sufrientes. Siempre compasivo, indulgente, paciente, tolerante, atento, encarnando la ternura de Dios Padre, misericordia infinita e inagotable”, apuntó el prelado.
“No pierdas la alegría, porque el Señor te llamó para secundarlo, sin ningún mérito de tu parte. Solo por pura benevolencia, por puro amor, para que seas testigo de su inefable designio de salvación. Si la alegría va a ir manando de tu interior, será fecundo tu ministerio. Para ello, todos los días regálate mucho tiempo para orar, para estar en intimidad con Dios Padre, por medio de su Hijo Jesús, en la caridad del Espíritu Santo”, le sugirió.
Luego continuó: “No te sueltes de la mano de la Virgen Santísima. Invócala cada día con las perlas del Santo Rosario. Refúgiate diariamente en su Inmaculado Corazón. E imita a san José en su discreción, humildad y confianza en la Providencia divina. Cuida de los demás como él cuidó de Jesús. Aprende del silencio y la laboriosidad de José”.
Hacia el final de su predicación, el obispo rogó a todos los presentes que rezaran ” por los sacerdotes y consagrados, para que seamos fieles y ejemplares. Promuevan las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras en sus hogares, en los niños y jóvenes, ayudándolos a forjar un proyecto personal de vida acorde al designio de Dios para sus vidas”. Y en el cierre, invocó a Nuestra Señora del Valle y al Beato Mamerto Esquiú.
Después de los ritos de ordenación y de la bendición final, el flamante diácono recibió presentes de parte de las autoridades del Ministerio de Seguridad de la Provincia y se dirigió por la nave central hacia el atrio del templo, donde fue saludado por los fieles.
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