El arzobispo de Tucumán presidió la misa por las fiestas patronales de la Virgen, a quien le pidió les enseñe a todos a ser misericordiosos, a buscar la pureza de alma por Dios y a trabajar por la paz
Miles de tucumanos participaron de la procesión y la misa en honor de la Virgen de la Merced, patrona provincial, que encabezó el arzobispo de Tucumán, monseñor Carlos Sánchez, en Plaza Belgrano, con el lema “Felices los que caminan juntos con María de la Merced”.
La Eucaristía fue concelebrada por el cardenal Luis Villalba, arzobispo emérito de Tucumán; monseñor Roberto Ferrari, obispo auxiliar de Tucumán, y monseñor José María Rossi OP, obispo emérito de Concepción.
Estuvieron presentes Regino Amado, vicepresidente primero de la Legislatura provincial; Miguel Acevedo, ministro del Interior; Carolina Vargas Aignasse, ministra de Gobierno y Justicia; y la diputada e intendenta electa de la capital, Rossana Chahla.
En la homilía, monseñor Sánchez reflexionó a partir del lema y consideró que “en este tiempo tan difícil que nos toca vivir como argentinos y tucumanos, con tanta pobreza, exclusión, inseguridad, injusticia, desesperanza y desconcierto, tanto enfrentamiento, discordias y amenazas; necesitamos volver los ojos y el corazón a la Virgen que nos muestra a Jesús”.
“Él nos enseña el camino de la auténtica felicidad. Una felicidad que no es para unos cuantos, sino para todos”, aseguró, y destacó: “María vivió plenamente las bienaventuranzas. Ella feliz porque ha escuchado la palabra de Dios y la pone en práctica. Ella es modelo y maestra en el camino de la felicidad”.
El arzobispo tucumano detalló que María es feliz porque es pobre de espíritu, paciente, la que vive la aflicción, tiene hambre y sed de justicia, reconoce que la misericordia del Señor se extiende de generación en generación, tiene el corazón puro, participa de los que trabajan por la paz, y porque “es la madre que sabe lo que es ser perseguida por practicar la justicia”.
“Querida Madre de la Merced, celestial protectora de nuestra Patria, madre de los tucumanos, redentora de cautivos, madre de Dios y madre nuestra te pedimos que nos enseñes a ser felices viviendo todas esas cosas: a tener alma de pobres, a consolar y ser consolados, a ser pacientes, a trabajar por la justicia, a ser misericordiosos, a tener el corazón puro y a buscar la pureza de alma por Dios y a trabajar por la paz. Vos lo hiciste. Ayúdanos a hacerlo también nosotros, para ser Felices y hacer felices a los demás. Tú nos acompañas y nos llevas hasta tui Hijo Jesús”, pidió.
“Te pedimos hoy de una manera muy especial que te quedes con nosotros y que, caminando juntos, ofrezcamos a nuestra querida Patria argentina los valores del Evangelio de tu Hijo Jesucristo, con la entrega de nuestra vida. Así lo hicieron los decididos tucumanos en 1812, tu gran devoto, Manuel Belgrano, los grandes hombres y mujeres que engrandecieron la Patria con sus virtudes evangélicas. Así queremos hacerlo nosotros en este momento de la historia que tanto necesitamos”, concluyó.
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