En su reflexión dominical, el arzobispo de Córdoba invitó a aprender de Dios, que es un Dios de amor, de esperanza y de paciencia. También agradeció y destacó la figura de los abuelos.
El arzobispo de Córdoba, cardenal electo Ángel Rossi SJ, resaltó que Jesús buscaba reconocer y resaltar lo bueno, para que creciera, y tapar lo malo, e instó a trasladar esa mirada de las tres parábolas evangélicas hacia el prójimo.
“El reino de Dios se parece a un campo donde hay trigo y cizaña; también implica la grandeza de la pequeñez, como la semillita de mostaza; y también la sabiduría o la gracia de la levadura, que para crecer tiene que desaparecer”, graficó.
“Es un reino de paciencia, de pequeñez, de desaparecer para dar vida; todo lo contrario de lo que el mundo proclama con sus grandezas y desplantes de poder”, diferenció.
El arzobispo cordobés sostuvo que “el reino de Dios es una realidad dinámica, donde conviven buenos y malos, donde el bien y el mal crecen juntos; en el mundo, en nuestro propio corazón y en la Iglesia también”, y reconoció: “Es un misterio que, ciertamente, puede ponernos en una crisis de fe”.
“La parábola nos invita a aprender de Dios, que es un Dios de esperanza y de paciencia”, indicó, y consideró que esta actitud “es un golpe mortal a los integrismos, a los fanatismos, a la intolerancia, a la furia apocalíptica”.
“Es un cachetazo para quienes pretenden demostrar las propias virtudes, denunciando culpas ajenas. Es un cachetazo a quienes creen que son fieles porque se hacen investigadores de las infidelidades del prójimo”, agregó.
Monseñor Rossi destacó que Jesús es “alguien que nos invita a amar, que su política es la misericordia, que su diplomacia es la compasión, que detenta su poder para perdonar”.
Tras valorar la importancia de una llamadita a esos abuelos o adultos mayores que transitan una enfermedad -de lo que aseguró: “Te salva el día, a veces la vida”-, invitó a agradecer por la figura del abuelo.
“Los abuelos son el depósito de la memoria, son motivo de unidad en la familia, son la fuente de ternura; es una mirada distinta que los jóvenes necesitan. Demos gracias por estas figuras de nuestras vidas, que nos hacen tanto bien”, concluyó.
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