El arzobispo de Córdoba pidió mirar a Jesús como "un modelo a seguir, manso y humilde de corazón" en un mundo que "idolatra la violencia y que la ha convertido en medida de grandeza y de poder".
El arzobispo de Córdoba, cardenal electo Ángel Rossi SJ, presidió la misa dominical recordando que las lecturas de ese día “nos ponen frente a una gracia, una virtud que es también una gracia, que es la mansedumbre y sabemos cuánto la necesitamos”.
“Jesús es el modelo de mansedumbre, que a veces la confundimos, que no es idiotez, no es insulsez o pereza ni tampoco ser un cristiano cruzado de brazos o un quietismo pasivo. Los mansos no son los débiles o impotentes para combatir en esta vida, los resignados, sino que la fuerza, el poder y la violencia en este mundo son la trinidad, en este siglo se dice”, sostuvo.
El arzobispo cordobés señaló que “en un mundo que idolatra la violencia bajo todas las formas descaradas o sutiles, que ha convertido la violencia en medida de grandeza y de poder, se nos presenta a nosotros Jesús como un modelo a seguir, manso y humilde corazón. Jesús montado en un burrito es el ícono de la mansedumbre, un Jesús atado y en silencio ante Pilato y un Jesús crucificado”.
“Manso es quien participa de la mansedumbre de Cristo, aunque Cristo fue manso pero fuerte, fustiga el mal sin vueltas y no cuarta su dignidad, no se achicó afrente a Pilatos ni Herodes. Jesús insulta a los fariseos y los llama ‘rasa de vívoras’, es decir, mansedumbre convive paradójicamente con la fortaleza, es aquel que muestra con suavidad su fortaleza interior. El hombre y la mujer mansa no ataca, pero tampoco huye, no mata, pero sí está dispuesto a morir”, agregó
“Manso es alguien con mucha fuerza, pero esa fuerza la ha ido amansando, domando, disciplinando y encausando de a poquito. La mayoría nos hacemos mansos de a poquito y para alcanzar la mansedumbre se necesita mucha fuerza y luchar denodadamente contra uno mismo, un combate que duda posiblemente la vida entera”, completó.
Monseñor Rossi afirmó que “este es el desafío y se dice que amar es difícil, pero amar mansamente es doblemente difícil" e indicó: "Por otro lado, lo contrario, mujeres y hombres de mano dura, los que se valen de la violencia, quienes usan acentos duros, violentos y perversos despreciando al adversario, indica paradójicamente debilidad, es una coraza falsa de la que se revisten para simular una fortaleza que no tienen. Lo vemos hasta el hartazgo en este tiempo”.
El futuro purpurado recordó, además, que “es muy triste el escenario de las campañas nuestras políticas, donde en vez de pensar muchas veces en el bien común, en las personas, la mayoría, no todos, pero la mayoría se dedica así mismo, a salvar el propio pellejo, a una pulseada decadente y no a salvar a la persona”.
Finalmente, el arzobispo cordobés invitó a pedir “esta mansedumbre y habrá que inscribirse en la escuela de la gente sencilla y tendremos que hacerle caso al Señor cuando nos dice ‘Vengan y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón’, tenemos que asomarnos, y tenemos que dejarnos invadir del que habla San Pablo; espíritu de compasión, de bondad, de mansedumbre, paciencia, soportándonos y perdonándonos”.
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