En un artículo publicado en la revista “Omnis Terra”, el obispo de Cruz del Eje, monseñor Santiago Olivera, destaca la riqueza misionera y la pasión por anunciar el Evangelio del Santo Cura Brochero.
También su carisma como párroco y sacerdote “hasta el fin”, como él mismo lo expresó en una carta en 1907: “Yo me felicitaría si Dios me saca de este planeta sentado confesando y predicando el Evangelio”. “En su ministerio sacerdotal, buscó a todos. Se acercó a los que más sufrían. Consoló y asistió a los enfermos”, sintetizó el prelado argentino.
El obispo de Cruz del Eje, monseñor Santiago Olivera, describe la figura sacerdotal del Santo Cura Brochero en “Omnis Terra”, la revista de cultura, misión y análisis de noticias editada por los Secretariados Internacionales de las Obras Misionales Pontificias, que acaba de sacar su edición “online”.
Con el título de “Brochero, sacerdote santo”, el prelado argentino detalla la vida pastoral “intensa” de José Gabriel del Rosario Brochero en su parroquia extensa de las sierras cordobesas y destaca que “fue párroco, por lo tanto bautizaba, predicaba, enseñaba el catecismo, (la doctrina) confesaba, administraba el sacramento de los enfermos, celebraba la Eucaristía y rezaba, rezaba su breviario y su Rosario”.
“Entendió el sacerdocio hasta el fin y con pasión, por eso pudo decir, en la carta que el 2 de febrero de 1907 le dirigió al secretario del obispo padre Eduardo Ferreira: ‘Yo me felicitaría si Dios me saca de este planeta sentado confesando y predicando el Evangelio’”, recuerda y asegura: “En su ministerio sacerdotal, buscó a todos. Se acercó a los que más sufrían. Consoló y asistió a los enfermos”.
Monseñor Olivera cita también una carta que el Cura Brochero le escribió el 28 de octubre de 1813 a su amigo del seminario y entonces obispo de Santiago del Estero, monseñor Juan Martín Yáñez y Paz, que “muestra el alma” del sacerdote santo, y también su “riqueza misionera y pasión por anunciar el Evangelio”.
“Vivió su Pascua en la Villa del Tránsito tres meses después de esta carta, el 26 de enero del año 1914. Hasta hoy, en la Villa que lleva su nombre, son innumerables los peregrinos que se acercan a venerarlo y a experimentar de cerca la fuerza de su intercesión”, concluyó.
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