"Necesitamos fortalecer nuestra esperanza. Que es ardua, pero es cierta" planteó el obispo de San Isidro y subrayó: "La Palabra del Señor y su promesa no puede engañarse ni engañarnos".
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, recordó que la Palabra de Dios de este domingo "nos habla del fin de los tiempos. Nosotros en el Padrenuestro que rezamos diariamente decimos: 'Venga a nosotros tu Reino'".
"Es ese reino que el Señor vino a establecer y cuando comienza su predicación en el mismo Evangelio de San Marcos Jesús va a decir: 'el Reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en el Evangelio'. De modo que el Reino de Dios es una buena noticia, el fin del mundo no es una mala noticia, es la venida del Señor. Es el Reino definitivo", destacó.
"Nosotros podemos decir cómo tarda, cómo tarda y cuántos signos negativos vemos entre nosotros; escuchamos la pregunta ¿No llegará hoy el fin del mundo? Los desastres climáticos, los desórdenes producidos por el hombre en la naturaleza, la violencia impresionante que estamos viviendo en estos últimos tiempos, los crímenes, los atentados contra los niños, contra los ancianos", planteó y señaló: "El otro día decía el Santo Padre ¿qué tienen que ver los niños y los ancianos con la guerra? Bueno, sucede que todo está mezclado, el Reino de Dios y todo este espíritu del mal".
El obispo sanisidrense explicó que "el Señor nos habla de la Palaba del trigo y la cizaña; tenemos que tener paciencia hasta que venga esa separación, pero cuando llegue el fin de los tiempos vendrá la exacerbación del espíritu del mal también, pero tenemos la firme esperanza que el Señor vendrá a buscarnos; así como nosotros lo esperamos él también nos espera a nosotros".
Al referirse a la Jornada Mundial de los Pobres, que se celebró este domingo, monseñor Ojea destacó: "Esto es un signo del Reino, esto es un signo de esperanza ¿Cuántas veces tenemos que esperar de los más pobres la esperanza? Esta es la virtud de la que vamos a hablar todo este próximo año en el que comienza el Año Santo y su lema es: 'Peregrinos de esperanza'.
"Necesitamos fortalecer nuestra esperanza. Que es ardua, pero es cierta; aunque no la vemos no tocamos todavía los bienes, la Palabra del Señor y su promesa no puede engañarse ni engañarnos", concluyó.
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