"Jesús nos pide más un seguimiento que un conocimiento", puntualizó el obispo de San Isidro y subrayó: "Para conocer a Jesús hay que seguirlo hasta la cruz".
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, señaló que "claramente" el Evangelio se divide en dos después de la confesión de Pedro y puntualizó: "Hasta la confesión de Pedro, Jesús tenía algunos seguidores; luego va teniendo cada vez menos, entonces se recuesta sobre sus apóstoles y les pregunta: "¿para ustedes quién soy yo'".
"Primero le preguntan qué dice la gente, después '¿para ustedes quién soy yo?'. Y, Pedro que lleva la voz cantante proclama a Jesús como el mesías, el esperado: 'Tú eres el Mesías'. Aquel que realmente esperaba Israel", prosiguió.
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina explicó que "probablemente Pedro se queda muy satisfecho con esta confesión, pero inmediatamente el Señor comienza a enseñarles que él tiene que sufrir mucho, que va a ser reprobado por los dirigentes del pueblo, los ancianos, los fariseos, los escribas; que va ser condenado a muerte y que tres días después va a resucitar".
"Esto lo deja atónito a Pedro, entonces lo lleva aparte, lo arrincona a Jesús y por única vez en el Evangelio lo reprende. Pedro reprende a Jesús. Estaba realmente agrandado por haber hecho la confesión y se cree que tiene la libertad para reprender a Jesús", describió.
El obispo sanisidrense consideró que "Pedro creía que siendo el mesías era imposible que le fuera a pasar eso, él imagina un mesías triunfante, un mesías dominador, un mesías político, un mesías según las categorías de este mundo y Jesús le va a decir algo muy duro: 've detrás de mí Satanás porque vos pensas las cosas de los hombres y no las cosas de Dios'. 'Ve detrás de mí Satanás'".
"Esta tentación del poder que es lo que ve Pedro es lo que realmente lo hace trastabillar y Jesús le ordena que vaya detrás de Él", subrayó.
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