A poco de la Pascua, el obispo de San Isidro recordó que para seguirlo en la cruz hay que "mirar las cruces" de tantos hermanos y apoyarlos y poniéndose a su servicio de verdad.
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, recordó que en este quinto domingo de Cuaresma, en Evangelio habla sobre estos “turistas religiosos” que llegan a Jerusalén, estos griegos, y le dicen a Felipe: “Queremos ver a Jesús, queremos conocer a Jesús”.
“Esto refleja la ansiedad, la sed, que tiene todo ser humano de conocer a Jesús aún sin saberlo; el misterio que hay detrás de la persona de Jesús, la atracción que provoca la vida y la persona de Jesús. Y, Jesús les va a responder, de alguna manera, diciéndoles: ‘Si quieren conocerme, miren la Cruz’”.
“Ha llegado la hora en que va a ser glorificado, el Hijo del hombre, Él responde hablando de su Pascua, hablando de su futura muerte y resurrección que, el evangelista Juan llama glorificación. ‘si quieren conocerme, miren la Cruz’”, profundizó.
Tras preguntar qué mira cada uno en la Cruz, respondió: “Miramos ese grano de trigo que se ha podrido debajo de la tierra, el grano de trigo que desaparece pero que da lugar al fruto que es fecundo”
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina subrayó que el fruto es fecundo “gracias a su muerte y de esta manera con esta comparación Jesús les está diciendo a aquellos que quieren verlo, que quieren conocerlo, dos cosas: ‘si me quieren conocer, miren la cruz, porque cuando vean la Cruz van a ver el amor, allí está reflejada la altura del amor. Cuando yo sea levantado en alto atraeré a todos hacia mí’”.
“Él llega a lo más alto de la glorificación porque es la persona que más ha amado en el mundo y que ha amado de un modo único, cargando sobre si el abismo de la soledad, del abandono y del desprecio del pecado para poder regalarnos una vida nueva. ‘Si me quieren conocer, entonces miren la Cruz’. Para conocer el rostro verdadero de Jesús hay que saber mirar la Cruz y así miramos nosotros el crucifijo que es misterio de amor”, sostuvo.
En segundo lugar, monseñor Ojea se refirió a la frase «Si me quieren conocer de verdad, síganme hasta la Cruz” y explicó que “el ejemplo del grano de trigo está puesto para cada uno de nosotros, va a llegar el momento del sufrimiento y de la Cruz, tantas veces lo vivimos los seres humanos”.
“Qué importante es poder vivir con Jesús este momento, aceptando el misterio de la Cruz y viviendo dentro del amor de Dios que siempre nos sostiene, que no nos deja solos; así vivió Jesús esta obediencia”, exclamó.
En relación con la carta a los hebreos que dice: “Se dirigió a aquel que podía salvarlo de la muerte con clamor intenso y lágrimas”, el obispo sanisidrense precisó que esta es la súplica de Jesús y fue escuchado por su humilde sumisión, esto es como un anticipo de la oración en el Huerto de los Olivos”.
“El Señor va a vivir la pasión del alma y va a aceptar. ‘Si es posible Señor que pase de mí este Cáliz, pero no se haga lo que yo quiero sino lo que quieres tú si quieren seguirme de verdad, miren la cruz y síganme hasta la cruz’. Es lo que vamos a vivir nosotros en la Pascua, pero para seguirlo en la Cruz tenemos que mirar las cruces de nuestros hermanos y tenemos que apoyarnos, tenemos que servirlos de verdad”.
“El amor desinteresado de Jesús nos tiene que ganar en este tiempo de Cuaresma para celebrar una Pascua que verdaderamente sea fecunda. No nos cortemos solos pensando solamente en nosotros mismos y en nuestro propio sufrimiento, sino que sepamos que hay muchos hermanos nuestros, alrededor que nos necesitan de verdad”, concluyó.
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