Con una misa presidida por Mons. Ojea, San Isidro celebró las fiestas en honor de su patrono, a 400 años de su canonización. El obispo llamó a una ética del cuidado para la construcción de la paz.
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojea, presidió este domingo la misa en honor de San Isidro Labrador, en el marco del IV centenario de su canonización y del Año Santo Jubilar concedido por el papa Francisco a la diócesis, que se extenderá hasta el 15 de mayo de 2023.
La celebración comenzó con una procesión por las calles, que culminó en la catedral con la Eucaristía, concelebrada por los obispos auxiliares de San Isidro, monseñor Guillermo Caride y monseñor Raúl Pizarro; y el obispo emérito de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto. Los festejos contaron con la presencia del intendente de San Isidro, Gustavo Posse, y autoridades locales.
En la homilía, monseñor Ojea afirmó que el “regalo del Bautismo conlleva una responsabilidad, una tarea: dar fruto. Si estamos unidos a Cristo, si permanecemos en Él y Él permanece en nosotros la finalidad es dar fruto. el Señor en el Bautismo, entonces, también nos convoca, nos regala una vocación”.
“San Isidro vivió su Bautismo con responsabilidad. Esto es le respondió a la gracia de Dios, le respondió a los dones de Dios”, puntualizó destacando su responsabilidad con esa vocación.
“De qué modo respondemos a esta vocación del Bautismo”, preguntó, y respondió: “A través de la ética del cuidado, cuidando lo que el Señor nos regala, cuidando el depósito que nos hace el Señor cuando nos a llama la vida y cuando nos llama a ser cristianos, para dar fruto”.
Monseñor Ojea puso como ejemplo a San Isidro de ese vivir a fondo y lo definió como “un paradigma del cuidado de la vida. Tema que en este momento que estamos viviendo, es tan importante, es tan central” y detalló que el santo cuidó su vida espiritual, cuidó su familia, cuidó a los pobres, cuidó de la “hermana madre tierra” como la llama el papa Francisco.
“Para nosotros y para nuestra cultura es como si fuera algo lejano y nos hemos educado en la idea de que la naturaleza es como un baúl, donde nosotros podemos sacar cualquier cosa de manera ilimitada y esto se ha grabado de un modo tremendo en este tiempo y tiene gravísimas consecuencias sociales”, advirtió.
“Nosotros tenemos la gracia este Año Jubilar de poder celebrar, acercarnos a la iglesia catedral recibiendo la gracia de la indulgencia plenaria. Es una gracia especial donde el Señor nos perdona las consecuencias de los pecados personales; y también tenemos que pedir por los sociales, el cuidado de la oración de la familia, de los pobres y de la hermana madre tierra y la garantía de la paz; solamente cuidando construimos la paz”, subrayó.
El obispo de San Isidro recordó que “la violencia es todo lo contrario, surge del miedo, de la desconfianza, de que el otro me pueda aniquilar; entonces sospecho continuamente, recelo continuamente, me adelantó con violencia para buscar una cierta seguridad”.
“El cuidado –diferenció- nace de otro lado, el cuidado nace de Dios, nace de nuestra vocación bautismal que nos injerta en ese tronco del árbol de la vida que nos hace ser ramas, para poder dar fruto que nos une íntimamente a Él y nos permite que podamos cuidar lo que Él nos va regalando día a día”
“Pidámosle a San Isidro crecer desde chicos en esta ética del cuidado”, concluyó.+
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