"Que el Señor nos conceda recibir el Espíritu Santo como pueblo, trabajando por la unidad en medio de la diversidad", pidió el obispo de San Isidro.
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, compartió su reflexión para la solemnidad de Pentecostés, en la que recordó: “El Espíritu Santo, el amor de Dios se derrama en el corazón de la Iglesia y crea la misma Iglesia”.
“Tanto la lectura de Los Hechos de los Apóstoles como en el Evangelio, vemos algo común: Una nos habla de un pueblo nuevo; en la otra Jesús aparece a los apóstoles para darles un corazón nuevo”, detalló.
“Un pueblo nuevo, un pueblo nuevo en primer lugar porque es diverso, la diversidad de lenguas; los extranjeros que habían acudido a Jerusalén hablaban diversas lenguas, portaban diferentes culturas”, agregó.
El obispo de San Isidro sostuvo que “l Espíritu es el que crea la diversidad. La diversidad es rica, es necesaria, pero al mismo tiempo que el Espíritu crea la diversidad, crea la unidad; todos entienden de lo que se está hablando, aunque hablen distintas lenguas”.
“El Espíritu es armonía, el Espíritu cuenta con la diversidad, pero al mismo tiempo une esa diversidad no en una uniformidad sino en una armonía”, subrayó.
“La tentación es centrarse en la diversidad y oponerse a la unidad, es ‘cortarse solito’ con aquellos con quienes nos entendemos solamente, con aquellos con quienes tenemos afinidad y desentendernos del resto como si no existiera; esto es una tentación del mal espíritu”, advirtió.
Tras señalar que “el mal espíritu, llamado ‘diablo’ en la traición bíblica, significa división; es el que separa, el que rompe la unidad es el mal espíritu y el Espíritu Santo es el que hace la unidad, vuelvo a decir no como uniformidad sino respetando la diversidad”, consideró: “Esta es una tarea importantísima en la Iglesia en la que debemos crecer, la estamos llevando adelante en el Sínodo como podemos, pero tenemos que ahondarla”.
Al referirse a la lectura del Evangelio, monseñor Ojea explicó que “Jesús se presenta, sopla sobre los apóstoles y les regala el Espíritu Santo. Según el Evangelio de San Juan, el perdón de los pecados es el Espíritu del perdón, es el perdón la forma como el Espíritu encuentra para cambiar esos corazones”.
“Hemos sido perdonados por Jesús, todos esos apóstoles que habían intentado seguirlo pero que lo habían abandonado reciben el perdón y este perdón es como el que construye los cimientos de una nueva casa para comenzar de nuevo”, profundizó y completó: “Este perdón nos impide anclarnos en el pasado y vivir solamente de la nostalgia del pasado y lanzarnos hacia el futuro sabiendo que el Señor nos ama, que el amor de Dios es lo más importante de nuestra vida; nos sostiene y el sentirnos perdonados nos da todo el impulso para poder crecer de verdad”.
“Que el Señor nos conceda recibir el Espíritu Santo como pueblo, trabajando por la unidad en medio de la diversidad y el corazón nuevo de quien se siente perdonado y es capaz de poner un horizonte nuevo en su vida”, concluyó.
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