"Dejemos que el Señor entre en nuestra vida, permitámoselo para ser verdaderamente felices", pidió el obispo de San Isidro en su reflexión semanal.
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, señaló que el Evangelio de este domingo presenta “un contraste muy interesante entre los apóstoles” y lo que sucede cuando aparece Jesús y se sienten “aterrorizados por el miedo” porque creían ver un fantasma.
“Es como que ellos se sentían bien hablando de la resurrección, teniéndolo a Jesús lejos, no dejándolo entrar en sus vidas, en la realidad”, graficó en su reflexión semanal el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.
El obispo sanisidrense destacó que “cuando Jesús entra en nuestra realidad es como si tuviéramos miedo que nos quite algo; es como si tuviéramos miedo que el Señor nos interpele, nos comprometa, se meta demasiado en nuestra vida, entonces preferimos tenerlo lejos”.
“Nos convertimos, de alguna manera, en cristianos tristes. Es el miedo a la alegría, es no dejar que la alegría inunde toda nuestra vida, que no sea solamente una alegría del que habla, del que comparte por afinidad una determinada situación, sino la alegría del que se deja atravesar por el Señor”, agregó.
Hacía el final de su reflexión, monseñor Ojea destacó: “El Señor vuelve a iluminar como dice San Lucas, como hizo también en el camino con los discípulos de Emaús, debemos dejar que la palabra nos vaya penetrando, esta palabra nueva, esta palabra viva para que Jesús entre en nuestra realidad”.
“No le tengamos miedo, Él no viene a complicarnos, Él viene a hacernos la vida mucho más simple, pero mucho más entregada, mucho más comprometida y muchísimo más feliz porque es una vida llena de sentido”, sostuvo.
“A veces le tenemos miedo a atarnos con esta realidad y preferimos estar ‘encerraditos’, encerraditos dentro de nosotros mismos, consolándonos entre nosotros mismos sin abrirnos a la realidad a la que el Señor nos compromete, que a veces es muy dura, que a veces tiene cosas realmente muy exigentes, pero que atravesadas por el amor están llamadas a ser transformadas por la luz de su resurrección”, añadió.
Finalmente, monseñor Ojea expresó: “Dejemos que el Señor camine con nosotros, que el Señor entre en nuestra vida, permitámoselos para ser verdaderamente felices”.
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