“Queremos animar a la Red CLAMOR a continuar con sus programas de formación, así como la promoción de espacios de reflexión, sistematización de experiencias, investigación, análisis continuo de la realidad y la creación de alianzas con universidades e instituciones formativas,” fueron las palabras con las que Monseñor Miguel Cabrejos, presidente del Celam se unió a la celebración por el VII Aniversario de la Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas (Red CLAMOR).
Mantener los objetivos
Deseos que no se apartan del objetivo de la institución que mantiene claro su horizonte en el discernimiento de aquello que el Señor quiere respecto a la promoción de la dignidad humana de hombres y mujeres.
El prelado recordó que desde su fundación la Red CLAMOR definió su misión como una entidad articuladora de las organizaciones de la Iglesia Católica en América Latina y el Caribe, encargadas de acoger, proteger, promover e integrar a las personas en situación de migración, refugio, desplazamiento y trata. Al respecto el obispo peruano alentó su trabajo orientado a la reflexión, el intercambio de experiencias y la incidencia eclesial, social y política que contribuye decididamente al Desarrollo Humano Integral de la población en condición de vulnerabilidad por causa del desplazamiento forzado.
«En estos 7 años hemos constatado que esta misión y visión son el norte orientador de una Red que en el contexto de nuestra región, está llamada a dar oportunidad a que todos los hermanos y hermanas en movilidad humana den a conocer sus tristezas y angustias, pero también sus esperanzas, porque es posible una mayor y creciente acogida a las personas involucradas y su reconocimiento,» se lee en la comunicación.
Gratitud y un camino por descubrir
Un motivo más para que desde el organismo de comunión episcopal se dirija un sincero agradecimiento, afirma Mons. Cabrejos destacando la incansable labor de todos los agentes de pastoral que en los países de la región están comprometidos en mejorar las condiciones de vida de las personas, buscando que la migración sea un proceso seguro y con miras al desarrollo de oportunidades de integración local, asumiendo en la práctica el llamado del Señor presente en el Evangelio de San Mateo: “Fui forastero y me acogiste” (Mt 25,35).
En esta línea el presidente del Celam, saluda con beneplácito las metas inmediatas de la Red CLAMOR que para la próxima década comprendida entre 2023 y 2033 se propone ser reconocida como una red de redes, articuladora de las organizaciones eclesiales que caminan y trabajan al lado de las personas en situación de migración, desplazamiento, refugio y trata.
Un trabajo decidido por la promoción de una verdadera cultura del encuentro, alimentado la amistad social, la fraternidad universal y haciendo conciencia sobre la importancia de fomentar una ecología integral que desde la práctica sea expresión de una espiritualidad de comunión, que acoja sin restricciones, apoye sin prejuicios y aporte en la reconstrucción de los proyectos de vida truncados por causa del desplazamiento, el desarraigo territorial y cultural que limitan la transmisión de valores y la crianza de nuevas generaciones capaces de ejercer plenamente sus derechos fundamentales.
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Un mundo para todos
El obispo peruano cerró su mensaje felicitando a todos los integrantes de la Red por tan importante acontecimiento. «¡Larga vida a la Red CLAMOR! y sigamos trabajando juntamente con el CELAM y otras redes eclesiales en la construcción de un mundo para todos, donde nadie quede fuera,» concluyó.
Actualmente la Red Clamor organiza sus acciones de forma articulada con otras instituciones, fomentando la creación de diversos servicios, proponiendo actividades de reflexión y formación que se comunican con sentido a fin de lograr una incidencia efectiva en espacios al interior de la Iglesia y ante la sociedad civil, los estados nacionales y los organismos internacionales; preocupados por la construcción de una verdadera cultura del encuentro capaz de respetar los derechos humanos de las personas en condición de migración, refugio, desplazamiento y las víctimas del delito transnacional de la trata de personas.
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