El obispo de Río Gallegos recordó que "estamos en el mundo, pero no somos de este mundo", y llamó a "iluminar con nuestra vida a tantos que necesitan del Señor".
Ignacio Medina, presidió la misa del 32º domingo del tiempo durante el año, y en su homilía recordó que “cada uno de nosotros, en nuestra propia vida, tiene esa atención de saber que estamos en el mundo, pero no somos de este mundo”.
Desde la capilla del obispado, el prelado destacó que “hay un anhelo del alma hacia Dios”, pero advirtió que, “seguramente, el Reino de Dios no es para el que quiere las cosas cómodas, sino que nos exige a cada uno de nosotros poner desde nuestro lugar”.
En ese sentido, indicó que “la fe es don, pero también es tarea, las dos cosas a la vez”. Y, refiriéndose al Evangelio del día, señaló que, “en ese simbolismo de la lámpara, el aceite es la caridad. Y esa caridad mueve a que nosotros iluminemos con nuestra vida a tantos que necesitan del Señor”.
“Por eso, el Señor va a reconocer ese amor que hayamos tenido por los demás”, recordó, subrayando que el amor a Dios y al prójimo no pueden estar uno sin el otro.
“Pedimos al buen Dios que llene nuestros corazones de su gracia, de su presencia, para que también nosotros podamos ser luz en ese camino hacia la casa del Padre”, concluyó, animando a “ofrecer ese amor de Dios a los hombres, ese amor que ha sido derramado en cada uno de nosotros”.
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