El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, reflexionó sobre el tema de la vocación al comentar las lecturas del evangelio del segundo domingo durante el año. El prelado consideró necesario fomentar las vocaciones en las familias cristianas y llamó a orar y pedir para que el Señor convoque trabajadores a su mies.
El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, reflexionó sobre el tema de la vocación al comentar las lecturas del evangelio del segundo domingo durante el año. El prelado consideró necesario fomentar las vocaciones en las familias cristianas y llamó a orar y pedir para que el Señor convoque trabajadores a su mies.
Sobre la lectura del libro de Samuel, el obispo indicó que Dios habla constantemente a su pueblo y suscita con su gracia vocaciones para su servicio y el de su Iglesia. Puso como ejemplo a Samuel, a Jeremías y a Isaías, todos ellos jóvenes comunes que escucharon en su corazón que Dios los necesitaba. “Y Dios los llamó, no a través de grandes teofanías, sino en el silencio de sus corazones o por intermedio de alguien”, observó.
Monseñor Martorell también advirtió que, a lo largo del Antiguo Testamento, se puede descubrir que Dios necesitaba del corazón y la vida de los mismos hijos de su pueblo para realizar la obra salvífica.
“Y casi con naturalidad –agregó-, estos jóvenes profetas lo escuchaban y respondían con prontitud. Así fue conduciendo el Señor a su pueblo a lo largo de la historia y fue realizando en medio de él sus designios de salvación”.
Sobre el evangelio, el obispo destacó el desprendimiento de Juan el Bautista para entregar sus discípulos a Jesús, y la presteza de Andrés y Juan para seguir a Jesús. Indicó que fueron “ciertamente iluminados por la gracia, pero también por su libertad pronta a entregarse a Dios en el Mesías, a quien esperaban largamente”.
Respecto a este punto, el obispo se preguntó: “¿Qué pasa con los jóvenes hoy? ¿No escuchan que el Señor sigue llamando y que los necesita? ¿Es que el mundo les ofrece un ministerio mejor? ¿Es que falta generosidad? ¿Qué pasa en el corazón de tantos jóvenes buenos que aun predicando la Palabra, viviéndola y amándola, no quieren entregarse totalmente al servicio del Señor? ¿Es que en el seno de nuestras familias cristianas no se habla ya de este misterio maravilloso del sacerdocio?”.
Monseñor Martorell recordó que el Señor nos manda a orar y a pedir para que Dios suscite trabajadores en su mies, que es mucha y que tiene pocos trabajadores. “Si creemos que Jesús Eucaristía es necesario para nuestro mundo y que es la respuesta a muchos de sus clamores, oremos en el seno de nuestras familias y comunidades para que Dios elija a algunos de nuestros jóvenes para que lo sigan en el sacerdocio y hablemos de ello a nuestros hijos”, concluyó.
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