El arzobispo de Rosario presidió la celebración por la solemnidad del Corpus Christi y recordó: "Cuánto necesitamos la Eucaristía para la unidad de las familias, de la sociedad, de la patria".
El arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Martín, presidió el sábado 10 de juniola solemnidad de Corpus Christi frente al santuario arquidiocesano de Nuestra Señora del Rosario, donde recordó que la Eucaristía “es el sacramento de la unidad, que es por otra parte el elemento esencial para la credibilidad del Evangelio”.
Concelebraron junto a monseñor Martín, el arzobispo emérito de San Juan, monseñor Alfonso Delgado, los presbíteros Fabián Belay y Ernesto Fernández, y los obispos auxiliares electos de esa arquidiócesis, monseñor Fabián Belay y monseñor Ernesto Fernández, junto con un grupo numeroso de sacerdotes. También participaron de la celebración cientos fieles de los diez decanatos de esa arquidiócesis, de los colegios católicos de la ciudad rosarina, religiosos y religiosas.
En la homilía, monseñor Martín recordó: “Nuestro Señor Jesucristo ha venido a traernos vida y vida en abundancia, se ha quedado entre nosotros todos los días hasta el fin del mundo en la Eucaristía para garantizarnos su presencia y darnos continuamente su carne que es para la vida del mundo, para darnos vida eterna”.
En esa línea, expresó que “recibir la Eucaristía es recibir la prenda de la futura inmortalidad, la prenda de la vida futura”. “Tenemos la gran esperanza de los cielos nuevos y de la tierra nueva, donde no habrá más queja, ni pena, ni llanto ni dolor; pues bien, no tenemos anticipo más seguro de ello que la Eucaristía. Ella es el alimento de los peregrinos, la que fortalece al cansado y desanimado, la que continuamente sostiene la peregrinación del Pueblo de Dios hacia la casa del Padre”, continuó.
Asimismo, monseñor Martín manifestó que el “fruto principal de la comunión es la unión íntima con Cristo Jesús. La misma renueva nuestra vida de gracia, la hace crecer. Esa vida de gracia que un día recibimos en el Bautismo”.
“La Eucaristía no es premio para los perfectos sino remedio para el perdón de nuestros pecados, ya que el cuerpo de Cristo es entregado y la sangre es derramada para el perdón de los pecados”, subrayó, al tiempo que recordó que la Eucaristía “fortalece la caridad en nosotros; esa caridad que en lo cotidiano tiende a debilitarse”.
“Cristo reaviva nuestro amor y la comunión nos abre al bien de nuestros hermanos, especialmente a los más pobres. Este compromiso en favor de los pobres es el signo de autenticidad de nuestras Eucaristías”, continuó.
Monseñor Martín aseguró además que la Eucaristía “es el sacramento de la unidad, que es por otra parte el elemento esencial para la credibilidad del Evangelio”.
“Cuánto necesitamos la Eucaristía para la unidad de las familias, de la sociedad, de la patria, sobre todo al ver tantos enfrentamientos y disputas por el poder en vez de unidad para resolver los graves problemas y sufrimientos que aquejan a nuestro pueblo”, exclamó.
“En este año mariano arquidiocesano en que celebramos los 250 años de la presencia de la imagen de la Virgen del Rosario entre nosotros, qué mejor que mirar a María, ‘La Mujer Eucarística’, para que nos ayude a vivir una existencia verdaderamente tal. María nos enseña a vivir la Eucaristía como alabanza y acción de gracias al Padre por medio de Jesucristo en el Espíritu Santo, cuando proclama el Magnificat que es todo un canto de alabanza y de acción de gracias”, agregó.
Finalmente, manifestó que “la Eucaristía es acción de gracias, dar gracias nos dice la liturgia es justo y necesario, es nuestro deber y salvación. Pidamos a María que, en este año de gracia para nuestra arquidiócesis, nos enseñe a vivir una existencia plenamente eucarística, de alabanza, de acción de gracias, de sacrificio, de comunión y de amor a nuestros hermanos”.
Al término de la misa se realizó la procesión alrededor de la Plaza 25 de Mayo.
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