El obispo de Avellaneda-Lanús destacó el espíritu incansable de la futura santa y, en la fiesta de la Presentación del Señor, llamó a seguir su ejemplo para proclamar a Cristo "luz de las naciones".
En la fiesta de la Presentación del Señor, el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Marcelo Margni, invitó a la comunidad diocesana a unirse a la acción de gracias del pueblo de Dios peregrino en la Argentina y de toda la Iglesia, por la pronta canonización de Mama Antula.
“Nos alegra profundamente que una hija de nuestra tierra y de nuestro pueblo sea proclamada santa; pero más todavía puede alegrarnos y animarnos su testimonio de dedicación y entrega al Evangelio”, expresó.
“La fiesta de la Presentación del Señor, que celebramos hoy, nos invita a proclamar a Cristo ‘luz de las naciones’”, destacó el prelado, y citando su carta de Pentecostés del año pasado, recordó la necesidad de hacer presente el Evangelio en cada momento histórico.
Aunque aclaró que “no se trata de repetir ni de copiar la obra de Mama Antula”, sostuvo que “podemos dejarnos inspirar por la pasión evangelizadora, el espíritu incansable de esta santa argentina, confiados también en su intercesión”.
“Que ella nos acompañe con su intercesión y nos aliente en la fascinante tarea de revitalizar y fortalecer la vida y la misión de nuestras comunidades, a la luz del Evangelio y a su servicio”, animó.
Haciendo un repaso de la vida de María Antonia de Paz y Figueroa (1730–1799), la primera mujer argentina en ser proclamada santa, el prelado recordó que “esta santa mujer apasionada por el Evangelio nació en un pequeño pueblo de la actual provincia de Santiago del Estero”.
“De su familia recibió una sólida educación cultural y religiosa, y -siendo muy joven- entró en contacto con la espiritualidad de san Ignacio de Loyola. De hecho, a los 15 años recibió el hábito de las laicas consagradas jesuitas, las «beatas» como se las llamaba entonces, y se dedicó a la educación de la infancia, el cuidado de los enfermos y la asistencia a los más pobres”, relató.
María Antonia, apodada cariñosamente “Mama Antula” – que en el quichua santiagueño significa sencillamente “Mamá Antonia”-, no quiso que se perdiera la riqueza de los Ejercicios Espirituales predicados por los jesuitas y decide dedicar su vida a esta iniciativa.
”En poco tiempo, con la bendición de su director espiritual y la autorización de los obispos y las autoridades locales (no siempre fácil de conseguir), logró difundir la práctica de los Ejercicios, alcanzando a miles de personas de distintos caminos de vida y de todas las clases sociales”, prosigue el obispo.
De regreso a Buenos Aires tras un período de 3 años en el Uruguay, la santa comenzó la edificación de la Santa Casa de Ejercicios, que todavía se conserva en la avenida Independencia 1190 de la capital argentina. “La Casa es un signo de la labor incansable y fecunda de esta mujer, que consagró toda su vida al anuncio del Evangelio, hasta su último aliento”, acota monseñor Margni, que sostiene que, en vida de la futura santa, se calcula que “entre 70.000 y 80.000 personas hicieron los Ejercicios Espirituales gracias a su iniciativa”.
Después de una vida tan fecunda y ejemplar, falleció a los 69 años de edad, el 7 de marzo de 1799. Fue beatificada en agosto de 2016; y ahora, en pocas semanas, será canonizada en Roma y propuesta a toda la Iglesia como testimonio de santidad evangelizadora.
“Estoy seguro de que cada comunidad, con sus responsables pastorales, sabrá dar a la canonización del próximo 11 de febrero el relieve que merece, y que todas podrán encontrar el momento y el modo más apropiado para conocer más en profundidad la historia y la acción evangelizadora de Mama Antula”, exhortó.
Además, el diocesano adelantó que “durante el año tendremos ocasión también de hacerlo como diócesis”, en una celebración en la catedral local que será anunciada oportunamente.
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