Arzobispo y uno de los primeros miembros de Comunión y Liberación, afirmó: “El demonio tiene una presencia articulada y capacidad enorme de manipulación”
El pasado 31 de diciembre de 2021 fallecía monseñor Luigi Negri, arzobispo emérito de Ferrara-Comacchio (Italia). Pastoreó esta sede entre 2013 y 2017, después de presidir la diócesis de San Marino-Montefeltro (para la que fue designado en uno de los últimos nombramientos hechos por S. Juan Pablo II). Pero antes de su consagración episcopal ya era un reconocido pastor de almas, siendo uno de los primeros miembros del movimiento Comunión y Liberación, como también en la cátedra de Filosofía y Teología en Milán.
Con tal motivo, la web Portaluz recoge algunas reflexiones del prelado, preocupado por las cuestiones relativas al esoterismo y sus daños espirituales. Firme defensor del ministerio del exorcismo, Mons. Negri fue invitado en varias ocasiones a participar en el Curso de Exorcismo y Oración de Liberación que se organiza todos los años en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma.
“Exorcismo y nueva evangelización”
En 2015, durante su lección magistral inaugural que llevaba por título “Exorcismo y nueva evangelización”, y que no ha transcendido hasta ahora, afirmó que "Nuestra sociedad razona según el demonio, no según Dios” y dijo que el demonio pretende “destruir la presencia de Dios en el corazón del hombre”, y la Iglesia lucha contra el mal con la fuerza del amor: “el exorcismo es la expresión última y definitiva de la caridad”.
El arzobispo señaló también que “hay un poder que quiere hacer imposible el camino de la fe, que tiende a expropiar de la experiencia de la fe a los individuos”. Aunque, por supuesto, “el demonio no puede modificar ni eliminar el poder de Dios. El problema no es entre el demonio y Cristo, sino entre el demonio y los cristianos, que se encuentran con él como alguien que tienta, condicionando la libertad de la persona”.
Negri afirmó que el hombre sin Dios no es más que “una partícula de la naturaleza o un elemento anónimo de la ciudad humana”, basándose en las palabras de la constitución Gaudium et spes del Concilio Vaticano II (n. 14).
La mentira demoníaca
El mal existe, “y el hombre tiene una gran complicidad porque este mal es sentido como el camino al bien, y así se toma. La confrontación, antes que en el nivel moral, está en el nivel ideal: el mal como medio para el bien”, alerta Negri. Por ello, insiste el arzobispo, “la cuestión es la verdad o la falsedad. El mal es falso, es una concepción equivocada del hombre y de la relación entre el hombre y Dios”.
Pero no es sólo una cuestión del ser humano: “el mal tiene también otra raíz, más fuerte todavía: la diabólica, de la mentira. Capaz de hacer del mal estructura, cultura, historia”. Porque -aclara Mons. Negri- “el demonio tiene una presencia articulada y capacidad enorme de manipulación”. Y, ante lo que puedan pensar algunos, esto no supone “una eliminación de la responsabilidad del hombre, sino la circunstancia de la libertad del hombre”, añade.
Monseñor Negri mostró su convicción de que la libertad humana “vive un condicionamiento histórico terrible: la rebelión de los ángeles contra Dios, el antiteísmo”. Una ofensiva diabólica incapaz de afectar al plan divino de la salvación, pero que “puede actuar en la vida del hombre, con la destrucción de la fe en el corazón del hombre”.
Afirmación o negación de Dios
Porque éste -puntualiza Negri- es precisamente el núcleo de la acción del demonio: “La destrucción de la presencia de Dios en el corazón del hombre a través de la maternidad de la Iglesia y de su educación de la fe. Aquí es donde ataca el demonio: la vida cristiana del hombre, la responsabilidad y la maduración en la Iglesia. Que la fe disminuya en la vida de las personas concretas y, así, de la sociedad humana”.
Se trata de “un extraordinario programa de eliminación de la fe en el corazón del hombre” y, por lo tanto, “la gran alternativa al reino de Dios que viene”. Porque la promesa de la redención y de la felicidad “se consuma en la libertad del hombre. Y esta libertad se expresa en dos posibilidades opuestas: o la afirmación total del misterio de Cristo en nuestra vida (fe) o la negación, con la tentación de crear un anti-mundo, un anti-hombre, una antisociedad, una anti-vida”, afirma Mons. Negri.
Prosiguiendo su lección, Monseñor Luigi Negri se pregunta: “¿Cómo se desarrolla el poder de la Iglesia sobre el mal? La Iglesia tiene poder sobre el mal, el mismo poder de Cristo sobre el mal. Ha sido llamada a ejercer este poder”. Por eso, es indudable que “la batalla contra el demonio que tienta con la negación de la fe tiene que asumirla la Iglesia, ejerciendo el poder de Cristo sobre el mal, que no es la destrucción del mal, sino la caridad”.
En este momento Monseñor Luigi Negri enriquece su reflexión haciendo referencia al marco cultural que impera desde la Ilustración: “Hay un pensamiento único dominante desde hace más de dos siglos, que pretende sustituir a Dios por el hombre. Los instintos, aunque estén equivocados, se reconocen como derechos a sostener, y se les da relevancia social”.
Apostasía de Cristo
De manera que -prosigue- “hay un hilo conductor de la sociedad y de la cultura que ha llevado hasta donde estamos hoy: la negación del hombre y de sus valores determinada por la apostasía de Cristo. Así, el hombre no sabe quién es, de dónde viene y adónde va”.
Y en este contexto -dice Negri- podemos entender que “el poseído lleva en su carne, dolorosamente, todo aquello que la sociedad lleva, porque nuestra sociedad razona según el demonio, no según Dios. Una sociedad que hace que veamos el bienestar en el centro y que veamos al otro como un objeto que puedo utilizar para mi bienestar, no como un sujeto. Esto es el demonio hoy”.
Por eso, “éste es el primer anuncio que tiene que hacer la Iglesia al mundo: Cristo ha muerto y Dios lo ha resucitado. Estamos en un tiempo de confusión y manipulación, también dentro de la Iglesia, lo que hace necesario partir de lo esencial: sólo Cristo es el redentor del hombre. Pero hay un camino secular que quiere arrancar a Cristo y a la Iglesia del mundo”, alienta Monseñor Luigi Negri.
El arzobispo afirma que, dada la situación actual, “éste es el primer exorcistado que la Iglesia debe hacer: el anuncio evangélico y la maduración educativa del anuncio. La Iglesia ha de ser una escuela de comunión (como decía Juan Pablo II en Novo millennio ineunte), tomar conciencia de nuestra identidad, de la gracia y de la responsabilidad”.
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