El arzobispo de San Juan de Cuyo aseguró que la Semana Santa es una invitación a vivir "momentos intensos de amor", por lo que animó a caminar con Jesús para "ser colmados de su bendición".
Monseñor Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, señaló que esa gente que este domingo se ve en distintos lugares llevando en la mano un ramo de olivo, buscan “la bendición para participar de un acontecimiento del cual hacemos memoria: la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén”.
“Hoy estamos ante el inicio de la Semana Santa, durante la cual reviviremos los momentos culminantes de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo”, recordó y agregó: “Celebración que es también actualización de la entrega del amigo por amor, de su mensaje y de las actitudes de quienes protagonizaron esa parte de la historia”.
“Por eso –explicó- estos días tienen varias dimensiones o niveles de profundidad, y es necesario revisar nuestros sentimientos y disposiciones para reconocer cómo vamos a transitarlos”.
El arzobispo sanjuanino puntualizó que “por un lado, recordamos acontecimientos históricos que sucedieron realmente; no son una novela o fábula sino narraciones de dramas y tensiones que pusieron al descubierto las intenciones ocultas en el corazón de muchos”.
“Escribas y fariseos, autoridades políticas y militares, discípulos y seguidores, envidiosos y enemigos, adherentes ocasionales, su Madre, los apóstoles. Y allí estamos también nosotros”, aseguró.
“No solo hacemos memoria; también celebramos. Esos acontecimientos se actualizan sacramentalmente. El mismo Jesús presente en sus ministros y en la comunidad cristiana vuelve a realizar lo sucedido en Jerusalén. No es simplemente una teatralización que se repite año tras año, sino actualización de la Pascua”, diferenció.
Monseñor Lozano sostuvo que “Jesús entra en Jerusalén para celebrar su Pascua. El Rey Mesías, prometido y esperado durante siglos, llega a su casa y a su Templo. Es un Rey especial, particular”.
“No tiene ejército numeroso y bien armado, ni corte lujosa, ni riqueza que impresiona, ni deseos de dominación que dan miedo. Trae un Reino de paz, justicia, amor, libertad. No viene montado en un caballo adornado de lujos, sino en un sencillo burrito. Está acompañado por hombres humildes, trabajadores, pescadores y algunas mujeres”, detalló.
“Por eso miremos a quienes salen a recibirlo: los niños, los pobres, los pequeños y simples de corazón. Los que no tienen vergüenza o miedo al papelón. Lo aclaman con cantos, y a su paso adornan el camino con ramas de los árboles y hasta con sus propios mantos”, precisó.
Tras exclamar: “¡Cómo no estar contentos!”, explicó: “Este Rey no viene a llevarse nada. No entra para saquear y oprimir. Viene a servir. La entrada de Jesús en la vida de cada uno es así: no quita nada, nos da todo”.
“Viene vestido con ropa sencilla. Pide tu respuesta de fe. Y vos podés dejarlo entrar, ¿por qué no? Pensemos en la puerta del corazón ante Jesús, ¿cómo está hacia Él?, ¿abierta, cerrada, atrancada para que no nos acompañe?”, planteó.
Monseñor Lozano explicó que los ramos que nos llevamos a casa tienen una doble finalidad e indicó: “Solemos colocarlos junto a una cruz que tenemos en la pared, o al lado de una imagen o estampita de la Virgen o los santos. Así, al mirar ese ramo nos acordamos que hemos aclamado a Jesucristo como Rey”.
“La otra finalidad es misionera. Es muy bueno llevar algún ramito a quienes no pudieron ir a la bendición y a la misa. Siempre hay que pensar y tener en cuenta a los vecinos, familiares, o alguien enfermo”, recordó.
“En la Semana Santa Jesús nos invita a entrar en un clima religioso y de oración. Celebraremos la última cena, el lavatorio de los pies, los artilugios del traidor, el momento en que es llevado preso, la negación del amigo, el juicio fraudulento, la pasión, el dolor de la madre, la cruz, la Pascua”, enumeró y profundizó: “Son momentos intensos de amor, elocuentes para algunos, tal vez no tanto para otros. Caminemos con Jesús para ser colmados de su bendición”, concluyó.
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