El arzobispo de San Juan de Cuyo animó a vivir este tiempo de preparación para la Pascua mirando al que sufre con el corazón de Jesús: "La conversión implica salir de uno mismo a buscar un encuentro".
MonseñorJorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, aseguró que la Cuaresma “es un buen tiempo para hacer foco en las cosas que nos cuesta mirar, que incluso intentamos ocultarnos a nosotros mismos. Unas veces porque nos generan impotencia, otras quizás por vergüenza, e incluso por pereza o espíritu derrotista”.
“Contemplar la luna llena es hermoso. Sin embargo, siempre vemos su misma cara”, indicó el prelado, que invitó a mirar “la otra cara de la vida” para prepararse para la celebración más importante de la fe cristiana. “Nos hace bien de vez en cuando cambiar la mirada, ubicarnos desde otra perspectiva. El tiempo de Cuaresma es un fuerte llamado de atención para despabilarnos y retomar el camino”, consideró.
El arzobispo aseguró que, en el pasaje de las tentaciones, “Jesús nos deja ver la fragilidad de su condición humana”, y animó a acercarse a Él “para ser fortalecidos y sostenidos en las luchas que nos toca enfrentar”.
En ese sentido, invitó a realizar tres movimientos simultáneos. “Por un lado, hacer foco en mi propia debilidad, las tentaciones con las que lucho y, especialmente, aquellas en las que habitualmente soy derrotado”. “No somos campeones de lucha contra el mal, sino que es común experimentar la derrota”, señaló al respecto.
“El otro movimiento es mirar a Dios, renovar la confianza en su misericordia. Preguntarnos cuál es su proyecto para mi vida, cómo me sueña desde toda la eternidad. Y decididamente confiar en su gracia”, sostuvo.
El tercer movimiento, detalló, es “ponerme a caminar hacia ese ideal que Dios me propone nuevamente, sabiendo que Él es fiel, y que aunque yo caiga una, cinco, o mil veces, su amor permanece para siempre”.
Por eso, subrayó que “la conversión implica salir de uno mismo a buscar un encuentro. No es cuestión de voluntarismo en el cual yo soy el centro; es empeñarse con todo el corazón confiando en la gracia del Padre Misericordioso”.
Asimismo, mencionó tres tentaciones comunes de las cuales cuidarse en este tiempo. En primer lugar, el prelado se refirió al escepticismo, que ante cualquier propuesta de cambio, lo primero que dice es “no va a funcionar”, o “ya lo intenté varias veces y sin conseguir resultados”. “Es la cobardía del que no arriesga, y que para empezar la lucha quiere la garantía del éxito”, advirtió.
En segundo lugar, monseñor Lozano menciona el egoísmo, “que me encierra sin mirar a los demás”. Sobre esta tentación, refirió que expresa demasiado frecuentemente “con mi vida hago lo que quiero”, o “es mi plata y la gasto como me parece”. “Todo gira en torno a mí, o no existe”.
Por último, hace referencia a la hipocresía, “que nos lleva a actuar y sobreactuar la fe. Nos preocupa más la imagen o el qué dirán por encima de la coherencia de vida y la verdad sobre mi existencia. Es una actitud que nos carga de esterilidad sin dar fruto”, lamentó.
Para finalizar, el arzobispo aseguró que “mirar a los heridos del costado del camino es parte de la otra cara que no vemos. Acercarnos con gestos concretos de caridad es un modo sencillo de vivir la cuaresma”.
“Evitemos el pietismo intimista que nos deja conformes con no comer carne los viernes. El ayuno es privarnos de lo necesario para acudir a quien más necesita, sintiéndolo como de la propia familia. Es mirar al que sufre desde el corazón de Jesús”, concluyó.
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