En el 61º aniversario de su fallecimiento, el arzobispo presidió la ceremonia de traslado de los restos del venerable empresario católico a los pies de la Virgen de Luján en la basílica del Pilar.
En el 61º aniversario de su fallecimiento, los restos del venerable Siervo de Dios Enrique Shaw fueron trasladados, este domingo 27 de agosto, a los pies del altar de la Virgen de Luján de la Basílica del Pilar, del barrio porteño de Recoleta, lugar donde rezaba junto a su familia al finalizar cada misa dominical.
La Eucaristía, presidida por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, fue concelebrada por el arzobispo emérito de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, por el obispo castrense de la Argentina y delegado episcopal de la Causa de los Santos, monseñor Santiago Olivera, el administrador apostólico de La Plata y secretario general del Episcopado, monseñor Alberto Bochatey OSA, el obispo emérito de Rafaela, monseñor Luis Fernández , el obispo emérito de San Rafael, Eduardo María Taussig y el obispo auxiliar de Buenos Aires, vicario de la zona Belgrano, monseñor Alejandro Giorgi.
También concelebraron los miembros del Tribunal Canónico que determinó su traslado: el padre José María Zivano, juez delegado; el padre Alejandro Russo, promotor de justicia; y el padre Gastón Lorenzo, notario y párroco de Nuestra Señora del Pilar, así como una decena de sacerdotes y diáconos de la arquidiócesis.
El presbítero Juan Miguel Shaw, sacerdote del Opus Dei, hijo de Enrique, viajó especialmente desde Kenya, África, donde ejerce su ministerio desde hace décadas, pero no pudo estar presente en la misa por un motivo de salud de último momento.
Las lecturas de la misa estuvieron a cargo de autoridades de tres instituciones en las que Shaw tuvo una destacada actuación. En todas ellas Enrique trabajó con generosidad apostólica, con un compromiso cristiano ejemplar.
La primera lectura estuvo a cargo de la presidenta nacional de la Acción Católica Argentina, Claudia Carbajal. Había también otros miembros de la institución, algunos que han tenido actuación directiva, como Emilio Inzaurraga, ex presidente nacional; Julio César Femia o Daniel Martini.
Leyó el salmo la presidenta de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), Silvia Bulla (entidad de la que Shaw fue el primer presidente). Estaban también otros integrantes de ACDE, y entre ellos varios expresidentes de la entidad: Jorge Matheu (en cuya presidencia se inició el proceso de beatificación), Santiago del Sel, Alejandro Preusche y Gonzalo Tanoira. Un integrante de ACDE, José Antonio Aranda, hizo de guía de la celebración.
La segunda lectura, del apóstol San Pablo, estuvo a cargo del rector de la Universidad Católica Argentina (UCA), Miguel Ángel Schiavone. Entre otros, estaban también el vicerrector de Formación, presbítero Gustavo Boquin (que fue uno de los concelebrantes); el decano de la Facultad de Derecho de Buenos Aires de esa casa de estudios, Pablo Garat, y la ex directora del Instituto de Comunicación Social (ICOS), Alicia Casermeiro de Pereson.
Asistió el ministro de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, junto con el director general de Entidades y Cultos, Federico Pugliese, y la gerente de Relaciones con los Cultos, Pilar Bosca.
La Armada, a la cual Shaw perteneció, estuvo representada por el contralmirante Enrique Balbi y varios oficiales, en tanto que representó al Ejército el general Fernando Gardeñez.
Asistieron el vicepostulador de la causa, Juan Navarro Floria, y el administrador general de la causa, Fernán de Elizalde.
Además, participaron de la ceremonia siete de los nueve hijos de Enrique, fruto de su matrimonio con Cecilia Bunge, así como muchos nietos y bisnietos de aquel director general de Cristalerías Rigolleau cuya fama de santidad ha ido creciendo desde el mismo momento de su fallecimiento.
De hecho, el mismo Papa Francisco, que inició su causa siendo arzobispo de Buenos Aires, ha dado testimonio público de su personal adhesión a la fama de santidad de Enrique y no deja pasar las oportunidades que tiene para proponerlo como modelo e intercesor.
El templo estuvo abarrotado, se añadieron a los bancos numerosas sillas y aun así hubo muchos asistentes de pie. Además, se colocó una pantalla en un pasillo de la parroquia, paralelo al templo, y algunas personas siguieron la ceremonia desde allí, en sillas ubicadas al efecto.
Entre otros, se vio a Carlos Custer, que era un muy joven delegado gremial en la planta de Berazategui de la firma Rigolleau cuando Shaw era el director, y que luego tuvo una dilatada trayectoria sindical y política, habiendo sido secretario general de la Confederación Mundial de Trabajadores (CMT), central sindical de origen cristiano, con sede en Ginebra. Fue también diputado nacional y embajador argentino ante la Santa Sede.
También había representantes de distintas entidades católicas, como el presidente de la Corporación de Abogados Católicos, Pedro Andereggen, y Juan Marcos Pueyrredón, directivo, así como su ex presidente Alberto Solanet; la presidenta de la Asociación Argentina de la Orden de Malta, María Podestá; la titular de la Asociación de Escritoras Católicas (ASESCA), María de los Ángeles Mainardi; o el lugarteniente de la Orden del Santo Sepulcro en la Argentina, Juan Francisco Ramos Mejía. No faltaban religiosas y religiosos con los hábitos de sus congregaciones.
Entre la numerosa concurrencia se pudo ver a varios académicos de Derecho, los doctores Jorge Reinaldo Vanossi, Juan Carlos Cassagne y Alfonso Santiago, así como al poeta Carlos María Romero Sosa, la historiadora María Isabel De Ruschi, el empresario Juan Carlos Villa Larroudet, los periodistas Tito Garabal, Víctor Balseiro y Carmen Sicardi. Estuvo también el director ejecutivo de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina (ACIERA), pastor Jorge Gómez.
Una Patria de hermanos
En su homilía, monseñor García Cuerva reflexionó sobre el significado de la vida de Enrique Shaw en la Argentina 2023. En ese sentido, animó a que el testimonio del venerable siervo de Dios, sus escritos y su vida “nos interpelen, nos cuestionen y nos animen a construir una Patria de hermanos, más allá de los sueños rotos o las promesas incumplidas”, porque como él mismo decía sencillamente: “Si nosotros todos nos unimos, podremos trabajar para que todos seamos totalmente felices”.
“Qué actuales son sus consejos en un momento en que no toleramos otras opiniones, en que queremos convencer al otro si piensa distinto, en que se dan luchas de intereses corporativos y sectarios por encima del bien común de nuestra gente”, expresó el primado de la Argentina.
En una segunda reflexión sobre las palabras de Enrique Shaw en el IV Congreso Eucarístico Nacional, en octubre de 1959, el arzobispo porteño se refirió a una expresión del empresario católico que habla de una barrera entre las personas, hoy llamada grieta. “A mí ya me han escuchado decir que prefiero llamarla ‘herida’ porque duele y sangra en las entrañas del pueblo. Todo parece dividirnos, todos parece alejarnos, todo parece romper el proyecto de hermandad de Dios para con nosotros”, lamentó al respecto.
Por eso, destacó la necesidad que tenemos de forjar la cultura del encuentro y de descubrirnos todos hermanos, más allá de las lógicas diferencias: “Ese tiene que haber sido entonces, también el sueño de Enrique Shaw, que quiso hacer realidad superando esas cortinas, esas barreras, esas grietas o esas heridas en el vínculo con los trabajadores”.
A modo de conclusión, el prelado indicó que “el desapego del propio yo, desapego del yo social, superación de todas las cortinas o grietas, sean quizás algunos de los senderos a recorrer que nos permitan recuperar nuestra identidad como argentinos”.
Luego de la celebración, los restos del empresario –que descansaban hasta ahora en el cementerio de la Recoleta- fueron trasladados a los pies de la Patrona de nuestra Patria, según permiso otorgado oportunamente por el arzobispo porteño con aprobación de la Sede Apostólica. Flanqueada por dos efectivos de la Armada, la urna de madera sellada fue puesta según las indicaciones del Dicasterio para la Causa de los Santos bajo una placa recordatoria que dice “Venerable siervo de Dios Enrique Shaw 26-02-1921 27-08-1962".
El presbítero Alejandro Russo, juez del Tribunal Eclesiástico de Buenos Aires, explicó que la legislación de la Iglesia prohíbe dar culto público a quien no ha sido beatificado, por lo cual no puede ser enterrado debajo de un altar o dedicarle iglesias o capillas, aunque destacó que se puede colocar flores ante su tumba, repartir impresos con la oración pidiendo su beatificación, o pedir en privado su intercesión.
Acto seguido, monseñor García Cuerva bendijo al Pueblo de Dios, dando por finalizado el acto.
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