El obispo de Río Gallegos reflexionó sobre el Evangelio del domingo, haciendo hincapié en la necesidad de "una política pública del perdón, que el perdón nos atraviese como sociedades".
“Creo que la propuesta de Jesús de hoy es una propuesta revolucionaria”, afirmó el obispo de Río Gallegos, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, haciendo referencia al Evangelio de la misa dominical celebrada en la capilla del obispado el pasado 19 de febrero.
“Jesús nos está planteando en palabras la revolución del amor que Él después termina concretando y plasmando ampliamente en la cruz” añadió en su homilía.
Para contextualizar la lectura, el prelado indicó que “Jesús plantea al comenzar la ‘ley del talión’ (ojo por ojo diente por diente), que era superadora de alguna legislación anterior, cuando no había proporción entre la ofensa cometida y la sanción recibida”.
“Pero a Jesús parece que esta tranquilidad de las leyes del mundo no lo conforma”, añadió. “Por eso plantea algo muchísimo más superador: plantea directamente lo que tiene que ver con el amor y con el perdón”.
En ese sentido, destacó que Jesús “sabe que por más que se pongan condenas hay algo que no se cura, que necesita de una sanación mucho más profunda. Lo único que cura verdaderamente al hombre frente a la violencia, el delito, el pecado, es el amor y el perdón”.
“Ante las ofensas recibidas lo único que nos puede brindar un poco de paz es perdonar, es apostar una vez más por el amor”, afirmó el obispo, afirmando que “podrá haber sanciones, condenas, las leyes que corresponden en los Estados, pero hay heridas del corazón que necesitan otro remedio para sanar y ese remedio se llama perdón”.
“Perdón que no es olvidar”, aclaró, describiendo que “el olvido tiene que ver con cuestiones mentales, nadie puede olvidar lo que nos pasó en la vida. El perdón tiene que ver con cuestiones del corazón, son dos cosas distintas”.
Asegurando que “perdonar es divino porque Dios es el que nos ama y nos perdona a todos”, explicó que “la invitación de Jesús es que también perdonar sea humano, porque sabe que nos hace bien”.
Asimismo, añadió que “como sociedad necesitamos darle una dimensión social al perdón. Tenemos que ser sociedades que se perdonen, poder hacer una política pública del perdón, que el perdón nos atraviese como sociedades”.
“El perdón no es algo de un día para el otro –insistió-. Hay que comprender las heridas que se produjeron y el tiempo que puede llevar que sean sanadas”.
“Y esto también tiene que ver con el amor a los enemigos que nos pide Jesús en el Evangelio. A veces creemos que es abrazar a los que nos hacen daño. No es eso lo que Jesús dice. Quizás el amor a los enemigos es no proclamar a los cuatro vientos lo que nos hicieron, no darles vuelta la cara cuando los cruzamos por la calle, no tomar represalias y no vengarnos”, concluyó.
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