Mons. García Cuerva: "Basta de creernos los dueños de la gracia de Dios"

Mons. García Cuerva:

El obispo de Río Gallegos llamó a seguir tendiendo puentes y forjando la cultura del encuentro. "Estamos llamados, como bautizados, a ser testigos de paz".

En la fiesta del Bautismo del Señor, el obispo de Río Gallegos, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, reflexionó sobre el “profundo significado del bautismo” y explicó los símbolos presentes en ese pasaje del Evangelio.

“Creo que el Evangelio de hoy está lleno de símbolos, de pequeños detalles, que nos pueden ayudar a pensar en el Bautismo del Señor y a reflexionar sobre nuestro propio bautismo”, comenzó diciendo en su homilía, en la capilla del obispado.

“Es todo un signo que Jesús se ponga en esa fila de gente que se quiere bautizar. Es el signo, una vez más, de un Dios que comparte toda la vida con nosotros, que asume toda nuestra realidad”, explicó el prelado, detallando que “'Bautismo' significa que Dios viene a tu encuentro, a tu vida”.

También abordó el símbolo del Espíritu Santo, que desciende en forma de paloma: “Es propio de los pájaros estar vigilantes, atentos”. En ese sentido, indicó que, “como bautizados, tenemos que ser testigos de la paz, de la concordia, de la fraternidad en un mundo dividido; pero también estar atentos a lo que pasa, vigilantes, comprometidos con la realidad”.

“En cada bautismo, se abren los cielos y se escucha esta voz: cada uno de nosotros es hijo predilecto de Dios”, prosiguió monseñor García Cuerva. “Al inicio de año, qué lindo es volver a tener fe en un Dios que está enamorado de la humanidad, un Dios que me invita a ser constructor de paz en un mundo tan complejo, un Dios que dice que soy su hijo predilecto, que quiere lo mejor para mí”, añadió.

“Qué profundo significado tiene el bautismo: ojalá cada uno de nosotros pueda volver a tomar dimensión de esto”, expresó, y advirtió: "Basta de poner barreras. Basta de creernos los dueños de la gracia de Dios. Somos facilitadores, por eso ofrecemos el bautismo, que no es nuestro; es el mejor regalo de Dios para cada uno de nosotros, que somos sus hijos predilectos”, concluyó. 

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