El obispo de Rafaela presidió la misa por la celebración especial del aniversario de la dedicación de la catedral San Rafael Arcángel y de los 141 años de la fundación de la ciudad cabecera.
El obispo de Rafaela, monseñor Luis Alberto Fernández, presidió el 24 de octubre la misa por el aniversario de la dedicación de la catedral San Rafael Arcángel y por los 141 años de la fundación de la ciudad cabecera.
La celebración eucarística fue concelebrada por el presbítero Neri Zbrun, vicario general de la diócesis y los presbíteros Alejandro Mugna, Jorge Buschittari, Oscar Sara, Luis Cecchi, Ariel Botto y Hugo Barbero.
Participaron de la acción de gracias, además de numerosos fieles, el intendente de Rafaela, Luis Castellano; el senador provincial Alcides Calvo y los concejales Ceferino Mondino y Miguel Destéfanis, entre otras autoridades municipales y de las fuerzas vivas de la ciudad.
En la homilía, monseñor Fernández destacó que en el día de la dedicación de la catedral y el aniversario de la ciudad Rafaela es una “celebración muy especial, ya que la tierra se une con el cielo, donde la presencia de lo Trascendente del mismo Dios, se unen con lo humano”.
“Es lo que al hacer memoria fue la realidad de los orígenes rafaelinos, donde todo pasa como es la vida ante la realidad de tiempos nuevos, con desafíos de posibilidades que se abrían para la vida; capaz siempre de crear vínculos que hacen ‘comunión y encuentros fraternos´ frente al sacrificio de todo lo que comienza, donde los nombres del Arcángel San Rafael y el de Rafaela, se entrelazaron para siempre, algo tan propio profundo del cristianismo, ya que hacía dos mil años Jesucristo el Hijo de Dios, se hizo hombre en el vientre purísimo de La Virgen María, también en un ‘caserío de pocos ranchos’, sacrificio, sencillez y esperanza, y mirada serena ante el futuro”, subrayó.
“El pueblo que se vuelve a encontrar en esta solemnidad de la dedicación de este templo del Arcángel Rafael, en el Día de Rafaela, es un signo viviente para reconocer, aún como pueblo sacerdotal, la vulnerabilidad de sus pecados, pero confiado en que El Sumo y Eterno Sacerdote Jesucristo, ha tomado sobre sí los dolores y pecados de toda la humanidad, para empezar cada día, algo totalmente nuevo y pascual, que llena de fe, esperanza y caridad, la Fiesta del Aniversario”, agregó.
El prelado rafaelino parafraseó la Oración por la Patria que dice: “Muchas veces nos sentimos, heridos y agobiados, sin fuerzas y cansados; muchas veces desorientados y sin ganas de continuar, y con algunos como en el Evangelio, queriendo hacer callar tanto dolor y tristeza; pero cuando el que pasa es Jesús, que no discrimina ni excluye a nadie, Él se detiene, el mundo parece no andar, cuando se deja de lado a Dios, por eso como recién en el evangelio, también hay muchos, que ayudan y dan una mano y no dejan de animar y caminar junto al que sufre”.
“Hermanos, demos como ciudad, un salto cualitativo como el del ciego que fue hacia Jesús, hacia lo trascendente, y en el diálogo con Él, le pidió ver”, graficó.
“También a nosotros, nos ayude Jesús, ante tanta oscuridad, poder ver y vivir no solo con dignidad de ser humano, sino también le rogamos, no perder la fe, para caminar juntos como hermanos, escucharnos con respeto, abriéndonos a ese mundo nuevo, de la fraternidad, de la convivencia con una participación donde todos tengan posibilidad de amar y sentirse amados”, concluyó.
Palabras en ocasión de la fiesta de la ciudad
En relación con la fiesta de la ciudad de Rafaela, monseñor Fernández reflexionó: “Hacer memoria es querer volver a las raíces de un tiempo ‘originante’, que pone las bases, los fundamentos son como los primeros sueños, valores e ideales con los que se inicia un proyecto, descubriendo un Ilamado que va más allá de uno mismo, ya que lleva la fuerza inicial de una pasión que todo lo espera, abriendo surcos no solo en la tierra virgen, sino fundamentalmente en la interioridad profunda del ser humano, que como persona se lanza con pasión a una aventura, capaz de engendrar vida nueva”.
Tras valorar el aporte de los migrantes, puntualizó algunos de esos valores heredados: “Ha sido la familia, la educación, el trabajo, el culto religioso, la amistad social, de un proyecto común, donde no faltaba la fiesta, la alegría, el canto y el baile, el gozo de enamorarse y criar a los hijos, así como el sufrir y el sacrificio propio, que conlleva vivir y afrontar de frente lo imposible y a la misma muerte”.
Monseñor Fernández recordó que todos están llamados a ser “partícipes de esta nueva época de la humanidad, sintiéndonos apasionados de vivir este momento único de la historia, no la miremos por televisión ni desde la tribuna, seamos parte, porque si alguno de nosotros se aísla, se lo deja de Iado o se lo excluye, al nuevo mundo le faltará algo”.
“Todos podemos aportar desde el pensamiento creativo o desde la fuerza de una madre que puja por tener al hijo, el deportista, la gente de la ciudad y del campo, nadie se puede quedar sin participar, todos en comunión, viviendo la fraternidad”, añadió.
“Esto es celebrar el aniversario de una ciudad, que vive ‘este hoy’ difícil y hasta por momentos inhóspito y cruel, pero que no se quiere olvidar de donde viene, que no se asusta del presente y que quiere comprometerse con toda pasión, respeto y caminando juntos haciendo entre todos una vida nueva, más fraterna, más humana”, cerró.
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