El planteo del arzobispo de Mendoza fue en la misa de cierre del Año Jubilar, Vocacional y Misionero. Convocó a "ser rostros de la ternura de Dios", en el marco de la celebración de la Inmaculada.
En el marco de la conclusión del Año Jubilar, Vocacional y Misionero local, la celebración de la Inmaculada Concepción tuvo lugar a lo largo y a lo ancho de la arquidiócesis de Mendoza durante el fin de semana pasado.
El arzobispo, Marcelo Colombo, junto al obispo auxiliar, Marcelo Mazzitelli, y un grupo de sacerdotes, principalmente del decanato Guaymallén, celebraron la Eucaristía en el histórico Predio de la Virgen, donde tuvo lugar el Congreso Mariano Nacional de 1980 y donde también se recibió a san Juan Pablo II, durante su visita de 1987.
Numerosas familias y delegaciones parroquiales colmaron el espacio, para ofrecer un testimonio de alegría y esperanza.
En la homilía, el arzobispo mendocino recordó que ,"un año atrás, comenzábamos aquí mismo a desandar doce meses de vida eclesial, que queríamos que fueran evocación y compromiso de todos y cada uno de los miembros de la Iglesia en Mendoza".
"¡Cuántos frutos de vida nueva nos regaló este año! ¡Cuántas misiones parroquiales y decanales! ¡Cuánta alegría en la misión diocesana de abril y la celebración de los noventa años en el Arena Aconcagua y en la fiesta diocesana de octubre!", exclamó.
"¡Cómo no reconocernos herederos del sí de aquella pequeña mujer en esa mañana de luz! ¡Cómo no sentirnos fuertes para enfrentar el mal con sus nombres, si los nuestros están escritos en el corazón de Dios! ¡Cómo no ser capaces de asumir nuestra propia parte, en esta bella historia a la que el Señor nos ha invitado!", amplió.
Monseñor Colombo se dirigió especialmente a los jóvenes, y destacó su protagonismo en tantas iniciativas vocacionales y misioneras de este año jubilar, y precisó: "Hablarles a ellos es hablarles a tantas familias que anhelan una vida distinta, una Iglesia cada vez más fiel a Jesús y su Evangelio".
"Quiero proponerles el amor de María, como modelo para que vivan ustedes este momento vocacional de sus vidas, donde todo es promesa de Dios y posibilidades derramadas en sus corazones. Que vuelvan hoy a sus casas pensando qué quiere Dios de ustedes, qué está esperando el Señor de sus vidas, qué frutos quieren ser para la vida del mundo", planteó.
Asimismo, consideró que algunas características del amor de María, según el Evangelio, pueden ayudar a los jóvenes a tomar decisiones serias sobre cómo amar y servir en su propio proyecto de vida: "El amor de María es realista"; "ella se conoce bien"; "el amor de María es obediente e incondicional".
"Este año jubilar no lo hemos vivido en un contexto fácil ni exento de momentos amargos e inciertos. Nos interpela la cruda situación económica de muchos hermanos nuestros, principalmente los jubilados y las personas sin trabajo, sin alimentos, sin casa, sin salud", advirtió.
"La llamada misionera de Dios involucra nuestro compromiso a mirar con atención la realidad, para poder vivir con solidaridad y testimoniar proféticamente que es posible otro modo de vincularnos con la pobreza y el dolor que no sean las estadísticas de la macroeconomía ni las declaraciones y promesas altisonantes", subrayó.
Monseñor Colombo estimó que, de este final de jubileo, hay que "salir fortalecidos para renovar nuestras Cáritas parroquiales y diocesana, para llenarlas de energías solidarias, en un momento en que nos faltan los recursos, en que nos agobian medidas que multiplican la pobreza, aunque parezcan decir que todo está ordenado".
"Del sí de María, queremos pasar al sí de la Iglesia fraternal y solidaria. Frente a la sobreactuación de la crueldad en medidas y decisiones injustas, seamos el rostro de la ternura de Dios, volcándonos con energía a nuestros espacios y voluntariados", pidió.
"Terminamos nuestro jubileo arquidiocesano, pero la Iglesia nos invita a vivir uno más grande, uno de toda la Iglesia, como peregrinos de esperanza. Si el Santo Padre abrirá por todos en Roma una puerta a los tiempos jubilares, en cada diócesis y parroquia tendremos oportunidad de comenzar el Jubileo universal animados por el deseo de celebrar a Jesucristo, Señor de la historia", señaló, y anunció al respecto: "En nuestro caso, cumpliendo las indicaciones del Papa, presidiré la misa en la catedral Nuestra Señora de Loreto, el 29 de diciembre a las 10". "Será la oportunidad de recibir las indulgencias que ofrece un acontecimiento de tanta magnitud", concluyó.+
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