Mons. Canecín: "Toda expresión de religiosidad debe conducir a Cristo"

Mons. Canecín:

En el día de la Cruz Gil, el obispo de Goya se refirió a esta expresión de religiosidad popular, a la que "debemos mirar con una mirada honda y profunda para descubrirla como lugar teológico".

Una muchedumbre participó el domingo 8 de enero, día de la Cruz Gil, de la misa que, a las 18, presidió el obispo de Goya, monseñor Adolfo Ramón Canecín, en la parroquia Nuestra Señora de las Mercedes de la ciudad homónima.

Tras haber publicado recientemente una propuesta para acompañar esta devoción popular, monseñor Canecín agradeció a las comunidades cristianas de la ciudad “por el empeño que ponen en la atención de los devotos” de la Cruz Gil, y por el trabajo que realizan en el predio contiguo al oratorio de la Santísima Cruz.

Al referirse al Evangelio en la fiesta del Bautismo de Jesús, el obispo proclamó con énfasis la centralidad de Jesucristo en la fe de la Iglesia y vida de los bautizados, por lo que invitó “a todos a vivir un encuentro personal con Cristo”, ya que “toda expresión de religiosidad debe conducir a Él”.

“Sólo Él es la luz que disipa la oscuridad, es la vida que vence a la muerte, sólo Él es el pan de vida que alimenta, sólo Él es nuestra paz, sólo Él es camino, verdad y vida”, enfatizó.

Haciendo suyas las palabras del papa Francisco sobre la religiosidad popular en la exhortación apostólica Evangelii gaudium”expresó: “Para atender esta realidad, hace falta acercarse a ella con la mirada del Buen Pastor, para apreciar la vida teologal presente en la piedad de estos pueblos. Las expresiones de piedad popular tienen mucho que enseñarnos y para quienes saben leerlas, son un lugar teológico al que debemos prestar atención a la hora de pensar en la nueva evangelización”.

En este marco, se refirió a la Cruz Gil como “expresión de religiosidad popular, a la que debemos mirar con una mirada honda y profunda para descubrirla como un lugar teológico”, es decir, “donde puedo encontrarme con Jesús, con Dios; con el hermano, que también es un lugar teológico, sobre todo el pobre”.

El obispo puso el acento en la Cruz de Cristo, “símbolo de nuestra fe; expresión del amor de Dios para con nosotros porque ‘tanto amó Dios al mundo que le dio a su propio Hijo’ y su Hijo eligió entregar la vida porque dijo ‘nadie me quita la vida, Yo la doy'”.

Y por otro lado, en la Cruz, la correspondencia a ese amor, “ya que nadie puede amar a Dios a quien no ve y no amar al hermano en concreto, a quien ve; por lo tanto, el amor a Dios pasa por el amor al prójimo, y ahí está la Cruz”.

El prelado presidió la misa acompañado por el párroco de Nuestra Señora de las Mercedes, presbítero Adolfo Gutierrez, los presbíteros Ramón Felipe Espinoza y Luis Alberto Adis, varios diáconos permanentes y seminaristas, todos oriundos de Mercedes.

A continuación, decenas de jinetes emprendieron la cabalgata al predio donde se encuentra el santuario de Antonio Gil sobre la ruta 123, a 10 kilómetros aproximadamente de la ciudad. En el lugar, pronunciaron responsos los presbíteros Ramón Felipe Espinoza y Luis Alberto Adis.

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