El obispo de San Francisco se refirió al Evangelio del primer domingo de Cuaresma, relacionado con las tentaciones de Jesús en el desierto.
El obispo de San Francisco, Córdoba, monseñor Sergio Buenanueva, reflexionó acerca del Evangelio del primer domingo de Cuaresma, centrado en las tentaciones del Señor en el desierto.
Al respecto, expresó: “El camino cuaresmal se presenta como un ir al desierto. Allí nos espera Jesús. Pongámonos entonces en camino”.
Y precisó a continuación: “No se trata de un sitio ni de ninguna caminata. Es un símbolo de ese ‘lugar’ donde experimentamos que nuestra vida está bajo amenaza. Y no se trata de cualquier peligro, sino del más insidioso: naufragar como seres humanos por el afán desmedido de poseer, de gloria y de poder. Y esto ocurre cuando olvidamos a Dios”, es decir, cuando caemos en el pecado.
Y prosiguió, en ese sentido, refiriéndose nuevamente al desierto como símbolo y al propio Jesús: “Hacia allí lo empujó el Espíritu para que, entrando en esa prueba y superándola, nos abra el camino a la vida verdadera. No hay prueba de la vida en que no podamos encontrar a Jesús a nuestro lado y, de su mano, salir también victoriosos”.
En relación con la última tentación, en la que Satanás le propone a Jesús que lo adore, el diocesano concluyó: “Es la prueba suprema: que Jesús reniegue de sí mismo y su misión, adoptando los criterios del mundo. Su respuesta pone las cosas en su lugar: solo quien adora a Dios vive y es libre de verdad”.
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