En una carta a la comunidad arquidiocesana, el prelado invitó a participar de la celebración eucarística y destacó: “La elección del lugar fue un pedido que él me hiciera y que mucho valoro”. 

“El deseo de comenzar su ministerio episcopal en Guadalupe es asumir la historia de nuestra Iglesia que la ha marcado y nos habla de nuestras raíces, dándonos una referencia mariana de comunión eclesial”, subrayó. 

En sus palabras de despedida, monseñor Arancedo expresó su deseo de agradecerle a la comunidad “su cercanía y colaboración en este tiempo vivido con ustedes al servicio del pueblo de Dios” y agregó: “Lo valoro como un camino providencial en mi vida”. 

El arzobispo recordó su lema episcopal tomado de san Juan: “Padre, que ellos sean uno, como nosotros somos uno…para que el mundo crea” y sostuvo: “La comunión que es expresión de nuestra fe, se convierte en principio y signo de una Iglesia misionera”. 

“Que el Señor los acompañe y María Santísima, Nuestra Señora de Guadalupe, los proteja con su amor de Madre. Con mi afecto y bendición”, concluyó.+