Más de un centenar de personas participaron este martes de la tradicional celebración en la Estación Constitución, que este año presidió el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva
Más de un centenar de personas participaron este martes de la misa que presidió el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, en solidaridad con todos los excluidos y las víctimas de tráfico y trata de personas.
La XVI edición de la celebración, que promovía el cardenal Bergoglio cuando era arzobispo porteño, se celebró en el hall de la estación de trenes de Constitución, en el barrio porteño homónimo. Fue concelebrada por el vicario general de la arquidiócesis, monseñor Gustavo Carrara; por el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor José María Baliña, y por una decena de sacerdotes porteños.
Organizada por diversos organismos que trabajan día a día con las personas que están en situaciones de vulnerabilidad, la celebración llevó por lema “Por una sociedad sin esclavos ni excluidos”, y se enmarcó en el “Día Internacional contra la explotación sexual y la trata de personas”, que busca visibilizar a los excluidos de la sociedad y generar conciencia sobre el cuidado de todas las vidas.
Las actividades comenzaron al mediodía, con la instalación de la Carpa Misionera, y desde las 14 tuvo lugar la “Feria por la inclusión”, donde diversos stands exponían los proyectos productivos realizados por organizaciones sociales y eclesiales.
“Alguna vez el cardenal Bergoglio dijo que a Buenos Aires le hacía falta llorar; pidió a Dios que purifique con el llanto a esta ciudad, y que no se haga tanto la distraída”, comenzó su homilía el arzobispo, que continuó diciendo: “Hoy me animo a pedir a Dios nuevamente que Buenos Aires aprenda a llorar: a llorar tanta desigualdad; a llorar tanta exclusión”.
Haciéndose eco del Evangelio, monseñor García Cuerva invitó a los presentes a ser buenos samaritanos y a mirar a los demás “comprometiéndonos con su realidad”.
Haciendo referencia a las víctimas de las distintas formas modernas de esclavitud y trata de personas, señaló que “hay hermanos que piden que los miremos con los ojos llenos de lágrimas porque hacemos nuestro su dolor; que nos acerquemos, que vendemos sus heridas con ternura, con escucha, y con un compromiso profético”.
“Una vez más y desde esta plaza, triste reflejo de la injusticia y la marginación, gritemos sin miedo que seguiremos luchando por una sociedad sin esclavos ni excluidos, seguiremos comprometiéndonos estando cerca de las víctimas de manera constante y eficaz, seguiremos tratando de curar sus llagas abiertas y dolientes, que también son las llagas de Jesús; seguiremos adelante, a pesar del silencio cómplice y de los que miran para otro lado”, concluyó.
En el ofertorio, cada una de las organizaciones convocantes presentaron a un representante que, después de contar su historia, le ofrendó un regalo al primado de la Argentina.
La misa fue convocada por las parroquias del decanato Boca-Barracas-Constitución, el equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia, las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor - Puerta Abierta Recreando, la Red Kawsay, el Departamento de Migraciones del Arzobispado de Buenos Aires, la Familia Grande Hogar de Cristo, la Fundación La Alameda, el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), el Equipo No a la Trata de la Comisión Nacional de Justicia y Paz (CNJyP) y la Comisión Episcopal de la Pastoral de Migrantes e Itinerantes (CEMI).
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