Misa exequial de la Lic. Gloria Padilla, referente del Diálogo Interreligioso en la Argentina

Misa exequial de la Lic. Gloria Padilla, referente del Diálogo Interreligioso en la Argentina

Con una misa de cuerpo presente, presidida por Mons. Alberto Bochatey, secretario ejecutivo de la CEA, la Iglesia Argentina despidió a la Lic. Gloria Padilla, referente del Ecumenismo en la Argentina

Con una misa de cuerpo presente concelebrada en la basílica de Nuestra Señora del Pilar (de la que era feligresa), la Iglesia en la Argentina despidió en la oración a la licenciada en Teología Gloria Williams de Padilla, que se destacó  –junto con su marido, el doctor Norberto Padilla, constitucionalista que fue secretario de Culto de la Nación, fallecido el 18 de junio de 2020-  por su profunda fe y su afán apostólico volcados con generosidad en la labor docente, la dedicación al trabajo ecuménico y al diálogo interreligioso, la preparación de los jóvenes al matrimonio, viviendo a la vez de modo ejemplar su misión de esposa, madre y abuela de una numerosa familia.

Presidió la misa el obispo auxiliar de La Plata y secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Alberto Bochatey, quien dijo que quería agradecer en nombre de la Iglesia argentina todo lo que hicieron Norberto y Gloria en el ecumenismo. A ese reconocimiento oficial en nombre del episcopado agregó un recuerdo personal: evocó cuando Gloria y Norberto daban clases prematrimoniales en la parroquia San Agustín, sin faltar ella estando en uno de sus embarazos (tuvieron siete hijos).

Once sacerdotes concelebraron con el obispo la Eucaristía en una iglesia colmada de fieles, muchos de ellos de pie. Junto a numerosos familiares y amigos asistieron, entre otros, el ex ministro de Relaciones Exteriores Adalberto Rodríguez Giavarini (en cuya gestión Norberto Padilla fue secretario de Culto); el director de Culto Católico de la Cancillería, Luis Saguier Fonrouge, y el director general de Entidades y Cultos de la Ciudad de Buenos Aires, Federico Pugliese.

Un clima de serenidad y aceptación de la voluntad de Dios trasuntaban las oraciones, los cánticos incoados por hijas y otros familiares de quien falleció en el domingo de la Ascensión del Señor, las menciones a esa coincidencia y al testimonio de fe que dio en sus últimos días, coherente con lo que fue su vida.

“Estoy por morir, quiero vivir con fe, esperanza y caridad… Yo quiero terminar con confianza”, reveló que ella le dijo el presbítero José María Vallarino, quien en la homilía manifestó que se sentía privilegiado de poder dar ese testimonio. Tras referirse a su raíz latina infirmitas, explicó que enfermo es aquel que no se puede sostener por sí mismo y contó que ella tenía claro que transitaba su última etapa y quiso rodearse de sus hijos, nietos, hermanos, amigos. Y fue escribiendo su legado espiritual, que el padre Vallarino exhortó a volver a leer.

Señaló que vivió la enfermedad con paz, sonrisa, serenidad, confianza. Y recordó cuando ella vio su centellograma, que mostraba cómo la enfermedad había tomado todos sus huesos, lo entendió como una parábola de las marcas de Jesús en la Pasión. Confiaba en que Dios saca siempre bien del mal y veía en la Pascua de Cristo el anticipo de su propio tránsito. Se iba desintegrando su cuerpo pero su alma se iba preparando para la eternidad en el amor de Dios. Que la hizo ascender a su Corazón en el día de la Ascensión, para seguir gozando de su presencia en la eternidad.

El presbítero Alberto Espezel Berro destacó su trabajo en la Iglesia y en la ciudad (en el sentido de la polis griega, de la preocupación por el bien público) y su matrimonio tan cuajado, esa conjunción –no fusión- y complementariedad con Norberto, un amor no encerrado sino abierto hacia los hijos, los amigos, los demás.

 

“Que seamos uno en el amor”, contestaron todos en las oraciones de los fieles, en los que se dio gracias por el amor comprometido y cristiano entre Gloria y Norberto, pidiendo que “todo lo recibido siga creciendo en nuestro corazón”. Se pidió por el papa Francisco y por la Iglesia, y recordando el ejemplo de Gloria “que busquemos hacer el bien a los que nos rodean”.

Al terminar la misa, tras rezarse un responso, una hija recordó que su madre murió sonriendo, confiando en la resurrección. E invitó a todos a despedirse encomendándose a la Virgen, a quien Gloria amaba tanto. Se cantó entonces “Bendita sea tu pureza”.

Luego, se realizó el sepelio, en el panteón de la familia Alcorta, en el vecino cementerio de la Recoleta, donde se renovaron oraciones y cantos, acompañados con guitarra por una de sus hijas.

El velatorio se había realizado el día anterior, de 14 a 18, en el colegio Jesus María, en Talcahuano 1260, de la congregación del mismo nombre, que integran como religiosas dos de sus hijas, María y Belén. Fue incesante el trasiego de familiares, amigos y conocidos, que llenaron la capilla del colegio, en respetuosa y conmovida despedida. Entre otros se hicieron presentes el obispo castrense, monseñor Santiago Olivera; el obispo de Chascomús y ex secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Carlos Malfa; los presbíteros Enrique Saguier Fonrouge y Guillermo Marcó; Florencia Uriburu, amiga y colaboradora en su labor ecuménica; integrantes de entidades católicas… Y algunas de las muchas personas de otras confesiones con las que Gloria Padilla hizo amistad en el diálogo ecuménico e interreligioso, como Sofia T. de Anghelidis, de la Iglesia Ortodoxa Griega, y el rabino Shaul Bonino y su esposa, Malka.

Antes de que se procediera a cerrar el cajón con sus restos mortales, hijos y nietos lo rodearon y expresaron su cariño cantando, en tono calmo, llenando el ambiente del espíritu que impregnó a su familia: “Donde hay caridad y amor, Dios aquí está”. (Jorge Rouillon)

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