"Necesitamos fortalecer el amor y no el odio", dijo el prelado, ya que la reconciliación de los argentinos "sigue siendo una deuda pendiente". Olivera fue obispo de Cruz del Eje y postulador de la causa de canonización del cura Brochero.
El designado obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, afirmó que los argentinos "necesitamos encontrarnos" y "mirar la historia con verdad y justicia", y consideró que la reconciliación "sigue siendo una deuda pendiente" de la sociedad.
Olivera, quien actualmente se desempeña como obispo de Cruz del Eje, en Córdoba, fue designado el martes por el papa Francisco como nuevo obispo castrense para la Argentina, tras más de diez años de vacante en el cargo luego de la renuncia de Antonio Baseotto en el año 2007, en medio de una polémica con el ex presidente Néstor Kirchner.
"Lo tomé con sorpresa y con alegría de que el papa Francisco haya pensado que puedo cumplir con esta tarea en este momento histórico", dijo el obispo de Cruz del Eje en declaraciones a Télam, en las que contó que no conoce mucho sobre la vida militar, que es "un mundo bien desconocido" y que su misión será "servir fielmente a esa porción del pueblo de Dios".
"Quiero ser puente, mirar para adelante y ayudar desde mi función a anunciar el Evangelio de la alegría y del encuentro. En este tiempos tenemos que poder mirar para adelante y encontrarnos como argentinos y que ese encuentro nos transforme", sostuvo el obispo, que tuvo un rol clave en el proceso de canonización del primer santo argentino, el cura Brochero.
Para Olivera, "hay que mirar la historia con toda objetividad y no con parcialidades; mirar la historia con verdad y justicia, y no con pasiones y miradas subjetivas".
"Hay una reconciliación que sigue pendiente entre los argentinos. Tengo la gracia de venir de la tierra del Cura Brochero, de la cual me voy con el corazón partido, que fue un hombre de encuentro y de diálogo", indicó.
"Ése será mi punto de partida y mi meta: que nos encontremos con Cristo y entre nosotros. Necesitamos fortalecer el amor y no el odio, el diálogo y no los enfrentamientos", remarcó el obispo que en los próximos días estará viajando a Roma para encontrarse con el papa Francisco.
El cargo de obispo castrense estaba vacante luego de la renuncia de Baseotto en 2007, cuando llegó a los 75 años, pero, desde el 2005, el entonces gobierno de Néstor Kirchner había decidido removerlo unilateralmente del cargo, en una decisión no aceptada en ese momento por la Santa Sede, que lo mantuvo en el cargo hasta dos años después, cuando alcanzó la edad para jubilarse.
La controversia con el gobierno de Kirchner se originó a raíz de una carta que Baseotto le envió al entonces ministro de Salud, Gines González García, por su postura a favor de la despenalización del aborto, en la que utilizó la frase bíblica: "Quienes escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar".
En medio de un clima de conflicto entre el kirchnerismo y la Iglesia, la referencia bíblica fue vinculada de inmediato por el gobierno con los denominados "vuelos de la muerte" utilizados en el marco del terrorismo de Estado ejercido por la última dictadura cívico militar, consistentes en arrojar personas vivas al mar o el río desde aviones.
"Hizo una serie de declaraciones que a juicio del Poder Ejecutivo se convirtieron en una alegoría con connotaciones muy fuertes en la Argentina", dijo el entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Nacido en Buenos Aires el 7 de enero de 1959, el nuevo obispo designado por el Papa Francisco tuvo un rol clave en el proceso de canonización del primer santo argentino, José Gabriel del Rosario Brochero.
Olivera había sido elegido obispo de Cruz del Eje el 24 de junio de 2008 por el Papa Benedicto XVI y en 2013 fue nominado vicepostulador de la causa de Canonización de la Sierva de Dios María Antonia de Paz y Figueroa, la actual beata "Mamá Antula".
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