Un docente santafesino, sufrió en 2017 un ACV y le pronosticaron 48 horas de vida. Su esposa le rezó a Mama Antula y tuvo una recuperación inexplicable para la ciencia. El Vaticano lo consideró un hecho milagroso y permitirá canonizar a la hoy beata.
Nunzia Locatelli y Cintia Suárez
La primera mujer nacida, santificada y fallecida en suelo argentino, María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, será proclamada santa (canonizada) en los próximos años tras la comprobación de un segundo milagro -la curación inexplicable para la ciencia de un hombre en gravísimo estado por su intercesión ante Dios-, el último requisito que exige la Iglesia. Un primer milagro había permitido ser declarada beata (beatificación) en 2016, luego de un largo y riguroso estudio de su vida y de sus escritos, que determinó que vivió las virtudes cristianas “en grado heroico”.
Entre las distintas gracias que se conocieron, una sola pasó los rigurosos filtros y fue elegida para ser presentada en Roma ante el Dicasterio de la Causa de los Santos como un probable segundo milagro. Fue un caso a todas luces asombroso protagonizado por Claudio Perusini, de 66 años, oriundo de Santa Fe, que reside la mitad del año en Santa Cruz, donde fue docente de filosofía y director de un colegio, y la otra parte en Santa Fe.
En 2017 Claudio fue a Santa Fe por una cuestión familiar. Estaba en su casa y de repente cayó desmayado, su mujer María Laura no lo podía hacer reaccionar. De inmediato María Laura llamó a sus hijos, Juan Francisco e Ignacio y llevaron a Claudio en ambulancia al hospital público. Los médicos del hospital Cullen informaron a la familia que Claudio había sufrido un accidente cerebrovascular.
El cuadro se volvía cada vez más grave con el correr de los minutos. El diagnóstico era: ictus isquémico con infarto hemorrágico en varias zonas, sepsis, coma profundo, shock séptico resistente con fallo multiorgánico. Las imágenes mostraban que la situación era gravísima dado que el paciente se encontraba con un infarto extenso del tronco encefálico. Era un panorama desesperante. Claudio no tenía expectativas de vida a causa de las lesiones cerebrales irreparables que se evidenciaban.
Los médicos habían desahuciado a la familia. Una enfermera le dijo a María Laura: “Prepárate chiquita. Si se muere es largo, pero si vive va a ser más largo aún” y le entregó la ropa con la cual había ingresado y la alianza matrimonial. Acto seguido invitaron a María Laura, Juan Francisco e Ignacio a despedirse de Claudio. Le quedaban unas 24 horas de vida, las cuales fueron desesperantes para la familia Perusini.
A pesar del pronóstico trágico Claudio superó las 24 horas, los médicos reiteraron que no iba a sobrevivir más de 48 horas. En ese segundo día de internación llegó al hospital uno de los obispos auxiliares de Buenos Aires, el jesuita Ernesto Giobando, un gran amigo de Claudio, que llevó la estampita de Mama Antula y pidió a toda la familia que rezara pidiendo su curación e intercesión.
María Laura recuerda cómo fue ese momento: “Yo no la conocía a Mama Antula, pero el padre Ernesto Giobando me dijo que le rezara a ella y ¿cómo no lo iba a hacer? Claudio era mi vida, mi compañero, mi amor, el padre de mis hijos y se estaba muriendo”.
María Laura se aferró a la estampita de Mama Antula y la puso en un monitor cerca de la cama de Claudio. Pasadas las 48 horas Claudio permanecía con vida, contra todo pronóstico médico. La familia Perusini renovó las esperanzas al ver que a los diez días había recuperado los signos vitales. Como cuenta María Laura, la recuperación de su marido fue larga y tuvo que aprender todo de nuevo. Gracias a la fisioterapia y rehabilitación de a poco fue recuperando sus funciones.
Claudio y María Laura le atribuyen la recuperación a Mama Antula: “Es ella la protagonista de esta historia” expresó María Laura. Esta curación llamó la atención de los médicos tratantes y posteriormente se informó al Vaticano que analizara esa presunta curación milagrosa por intercesión de Mama Antula. Desde ese momento se inició un largo camino de peritajes e investigación que concluyó el 24 de octubre de 2023 con este comunicado donde la Santa Sede reconocía el milagro:
“Durante la Audiencia concedida el martes por la tarde a Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Sumo Pontífice autorizó al mismo Dicasterio a promulgar el Decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión de la Beata María Antonia de San José (nacida Antonia de Paz y Figueroa), conocida como Mama Antula, Fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires; nacida en 1730 en Silípica, Santiago del Estero (Argentina) y fallecida el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires (Argentina)”.
Perusini, por su parte, cuenta la emoción que sintió al enterarse que el Papa Francisco reconoció su curación como un milagro: “A la noticia la estábamos esperando. Sabíamos que iba a pasar de un momento a otro, monseñor Giobando nos había adelantado algo. Pero la cabeza ciertamente estaba en otro lugar.” Y agregó que se enteró de la noticia a través de una de sus sobrinas desde Canadá.
Claudio conocía a Francisco de su época de sacerdote. La primera vez que entró en contacto con Jorge Bergoglio fue en Santa Fe cuando tenía apenas 17 años. Por ese entonces Bergoglio era el provincial de los jesuitas para la Argentina. Después de ese encuentro que lo marcó, Claudio decidió ingresar a la Compañía de Jesús e hizo el noviciado.
Tenía asignada la tarea de cocinero, y todos los sábados y domingos Bergoglio lo ayudaba a preparar la comida. En el ‘80, cuando Claudio empezó la Universidad, Jorge Mario pasó a ser su confesor y a dirigirlo espiritualmente para trabajar sobre su vocación.
Claudio cuenta que tenían discusiones terribles, hasta con insultos, porque él quería ser sacerdote y Jorge le decía que eso no era para él, que quería que fuera feliz y que ahí no lo iba a ser. Hasta llegó a palmearle la espalda y decirle que buscara otro rumbo y que seguramente en el futuro le bautizaría a sus hijos. El Papa le marcó el camino.
Como anécdota Claudio recuerda que cierta vez el padre Jorge Bergoglio lo recibió a él y a otros seminaristas en su casa para comer. Bergoglio “sacó de la heladera un maple de 30 huevos, cebollas, papas, condimentos e improvisó una gran tortilla de papas, la cortó en seis porciones que compartieron entre todos”. Así recordó Perusini este hecho divertido, que guardó de manera imborrable en su memoria.
Con motivo del milagro de Mama Antula el papa Francisco llamó a Claudio durante este año. Mientras el Papa quería conocer el testimonio de la curación contado por Claudio, el milagrado le pidió: “No me hagas ir a Roma. ¿Por qué no venís a canonizar a Mama Antula a la Argentina?”
* Biógrafas de Mama Antula: Autoras de cinco libros sobre Mama Antula. El último titulado “Mama Antula. Una mujer empoderada en el Buenos Aires Colonial.” Editorial. Sidera.
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