Todas las semanas se lee públicamente un fragmento de la Torá (del Pentateuco) a ese fragmento coloquialmente le llamamos “la parasha de la semana,” es decir (el fragmento de Torá de la semana correspondiente).
La división y la práctica no solamente sirve para dar unidad a los servicios, ni solamente en ambientes litúrgicos primordialmente se usa como una disciplina individual en la que la persona se obliga a estudiar la Torá en su totalidad por lo menos una vez al año. En cuanto a las sinagogas y lugares de estudio también sirve para extraer enseñanzas relevantes, renovar exploraciones filosóficas o resaltar algunos puntos. Hace unas semanas se leyó la parasha de “Bealot’ja” donde D-os le ordena a Aarón prender la Menorá (candelabro) del Mishcán (Tabernáculo) y se explican las leyes que la rodeaban. Es un tema que generalmente causa sensación y curiosidad, seguido se pregunta por el significado del número de los brazos, el material con la fue construida y los simbolismos detrás de la acción misma; pues la Menorá misma en general ha sido símbolo que ha acompañado al pueblo judío a lo largo de milenios, dependiendo del contexto representa la fe, la esperanza, la luz de los sabios, a D-os y a la Torá. Los siguientes dos análisis expresan la opinión de dos rabinos distintos sobre algunos aspectos de la Menorá. Esperamos les guste.
Rab Berel Wein. Aarón y la luz
La relación de Aarón, y de todos los sumos sacerdotes de Israel posteriores, con la tarea de encender diariamente la Menorá/candelabro en el Templo es significativa. En nuestra era actual tecnológicamente avanzada, encender las luces de una casa o una habitación no se considera un acto difícil o especialmente significativo. Con sólo pulsar un interruptor se inunda la zona de luz e iluminación.
Sin embargo, cuando la luz procede de velas, mechas y aceite es un asunto más complicado. Producir este tipo de luz requiere un mínimo de habilidades motrices, paciencia y gran atención a los detalles. Muchos problemas, incluso muertes, pueden ser causados por encender incorrectamente los candelabros como el del Templo, con su imponente tamaño y dimensión.
Debido al cuidado y la atención que se necesitaba para encender el candelabro en el Templo, y para enfatizar la naturaleza sagrada de la tarea y del candelabro en sí mismo, cuidarlo y encenderlo fue asignado al más alto sacerdote de Israel, Aarón. Él y sus sucesores simbolizaban la luz. Representaban la esperanza, el optimismo, la santidad, el propósito y la paz. Esta representación física del papel general de Aarón en la sociedad judía servía para recordar a todos el propósito del Templo, sus leyes y rituales e infundía el espíritu divino en la sociedad judía en general.
La Torá se caracteriza por ser luz y resplandor. Los mandamientos son las velas y el fuego, y la Torá -su estudio y su observancia- se convierte en la fuente de luz misma para todas las generaciones de judíos. Se convirtió en la tarea personal de todos y cada uno de los Sumos Sacerdotes de Israel el velar por que esta luz se mantuviera eternamente encendida y se refrescara diariamente.
Es interesante observar que la luz de la Menorá no era vista por el público en general, ya que no todos tenían acceso a la zona del Templo donde se encontraba la Menorá. Sin embargo, era vista diariamente por el propio Sumo Sacerdote y el resplandor que emanaba de la Menorá le inspiraba a ser el difusor constante de la luz, la Torá, la justicia social y la tranquilidad dentro de la sociedad judía.
Esta tarea social esencial implicaba naturalmente el mismo tipo de precisión, persistencia y atención a los detalles, junto con el cuidado amoroso y las habilidades innatas que estaban presentes cuando el Sumo Sacerdote atendía el encendido físico de la Menorá en el Templo diariamente. El Talmud nos enseña que la ropa del Sumo Sacerdote no debía ensuciarse cuando aparecía en público. Encender la Menorá puede ser un trabajo sucio si no se tiene cuidado, al igual que cualquier actividad social, por muy bien intencionada que haya sido al principio.
El proceso y el mandamiento de encender la Menorá servían de recordatorio constante al Sumo Sacerdote del importante papel que debía desempeñar siempre en la promoción de la Torá y la santidad en la sociedad judía.
Rab David Silverberg. La luz de la Menorá y el mundo material
Parashat Behaalot’ja comienza con la orden de que cuando se enciende la Menorá en el Beit Ha-mikdash, las lámparas deben brillar “el mul penei ha-Menora” – literalmente, “hacia la cara de la Menorá” (8:2).
Rashi, basándose en el Midrash Tanjuma, explica esta frase ambigua en el sentido de que las mechas deben girarse hacia el centro de la Menorá. La Menorá constaba de siete lámparas: una en el centro que sobresalía hacia arriba, y seis al final de las ramas que se extendían desde el centro de la Menorá, tres a cada lado. Rashi escribe que las mechas de las seis lámparas de los lados deben girarse hacia la lámpara central. Esto se hace, explica Rashi, para evitar dar la impresión de que la luz de la Menorá era necesaria para la iluminación del recinto.
El Rashbam lo explica de otra manera, interpretando el versículo como que las mechas deben girarse hacia afuera, hacia el shulján (mesa), que estaba situado frente a la Menorá (como la Torá instruye en Parashat Teruma – Shemot 26:35). Esta explicación la ofrece también Netziv, en su comentario Ha’ameik Davar, donde escribe que la palabra “panim” (o “penei” – “cara”) se refiere al frente, a la dirección desde la que se llega. Netziv remite sus comentarios a Parashat Teruma (Shemot 25:37), donde discute este punto con mayor profundidad. Allí cita el versículo de Parashat Tzav (Vaikrá 6:7) en el que la Torá ordena llevar la ofrenda de minja a “penei ha-mizbei’aj”, refiriéndose a la parte del altar a la que se llega por primera vez cuando se asciende por la rampa que lleva a la parte superior del altar. Del mismo modo, el profeta Yejezkel (44:4), al describir el tercer Beit Ha-mikdash, habla de “penei ha-bayit” – el lado del edificio en el que se encuentra la entrada, y en el que uno se encuentra por lo tanto justo cuando entra en el edificio. Del mismo modo, escribe Netziv, la expresión “penei ha-Menora” se refiere a la parte delantera de la Menorá, el lado al que uno llega cuando se acerca a ella, en contraposición a la parte trasera de la Menorá. La orden de que las velas brillen “el mul penei ha-Menora” significa, por tanto, que las mechas deben girarse hacia el frente, y no hacia la parte posterior de la Menorá.
Para explicar los comentarios de Rashi, Netziv sugiere que las mechas se giren en diagonal; deben mirar tanto hacia el frente como hacia el centro, y por lo tanto se colocan en diagonal.
Rav Zalman Sorotzkin, en su Oznayim La-Torah, ofrece una explicación de por qué, según el Rashbam y Netziv, la luz de la Menorá debe brillar específicamente sobre el shuljan. La luz de la Menorá se considera comúnmente un símbolo de la luz de la erudición de la Torá, que debe guiar nuestro camino por la vida, del mismo modo que una antorcha nos guía al caminar durante la noche. Y el shuljan, que contenía panes, representa las necesidades materiales de la nación. La luz de la Menorá brilla sobre el shulján para instruir que nuestra búsqueda de un medio de vida debe ser conducida por la “luz” de la Torá, siguiendo las reglas y directrices que la Torá establece. Al ocuparnos de nuestros asuntos personales y profesionales, fuera de la sinagoga y la sala de estudio, debemos guiarnos por los mandatos de la Torá. Nuestras responsabilidades religiosas no terminan cuando dejamos nuestras casas de oración y estudio y nos dedicamos a nuestros asuntos mundanos. Por el contrario, todos nuestros asuntos deben ser conducidos a la luz de la Torá, en estricta conformidad con sus valores y leyes.
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