“Para comprender el valor de la Misa tenemos que entender el significado bíblico del memorial”: lo precisó el Papa Francisco al reflexionar, en el miércoles 22 de noviembre durante la Audiencia General, sobre las palabras del Apóstol Pablo a los Gálatas, en su catequesis dedicada a la Santa Misa.
Citando el catequismo de la Iglesia Católica, el Santo Padre subrayó que el significado de Memorial no es sólo el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino que, en la celebración litúrgica, estos acontecimientos se hacen, en cierta forma presentes y actuales: “es hacer presente lo que sucedió veinte siglos atrás”.
“Continuando con la catequesis sobre la Santa Misa, podemos decir que es el memorial del Misterio Pascual de Cristo, que él llevó a cumplimiento con su pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo, y que nos hace partícipes de su victoria sobre el pecado y la muerte. Así, la Eucaristía hace presente el sacrificio que Cristo ofreció, una vez para siempre, en la cruz y que permanece perenemente actual, realizando la obra de nuestra redención”.
Cada vez que se celebra en el altar el sacrificio de la cruz, se efectúa nuestra redención, reiteró Francisco: “En la Misa, el Señor Jesús, haciéndose «pan partido» por amor a nosotros, se nos da y nos comunica toda su misericordia y su amor, renovando nuestro corazón, nuestra vida y nuestras relaciones con él y con los hermanos. A través de la celebración eucarística, la acción del Espíritu Santo nos hace partícipes de la misma vida de Dios, que transforma todo nuestro ser mortal y nos llena de su eternidad”.
La sangre de Jesús nos libera de la muerte y del miedo a morir. En la Santa Misa, dijo también el Santo Padre, “nos unimos a Jesús”. Más aún: Cristo vive en nosotros y nosotros vivimos en Él. “Con la Eucaristía Jesús nos libra de la muerte física y del miedo a morir, como también de la muerte espiritual, que es el mal y el pecado. La participación en este sacramento, que nos llena de la plenitud de su vida, nos hace decir con san Pablo: «vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí» (Ga 2,20). Por ello, para el cristiano es vital participar en la Eucaristía, especialmente el domingo, puesto que nos permite unirnos a Cristo, tomando parte de su victoria sobre la muerte y gozar de los bienes de la resurrección”.
“Si el amor de Cristo está en mí, puedo donarme plenamente al otro”: fue otro de los conceptos expresados por el pontífice, y lo desarrolló explicando que si nosotros recibimos con fe el amor pascual y victorioso de Jesús, podemos también nosotros amar verdaderamente a Dios y al prójimo, como Él nos amó: “El Señor Jesús nos quiere comunicar en la Eucaristía su amor pascual para que podamos amar a Dios y a nuestro prójimo como Él nos ha amado, entregando su propia vida”.
“La Misa es entrar en la pasión, muerte, resurrección, y ascensión de Jesús”. Dejando los papeles de lado, el Santo Padre añadió que ir a Misa es como ir al calvario: “Piensen ustedes – dijo: si nosotros vamos al calvario, en ese momento, sabemos que el hombre allí es Jesús… ¿nos permitiríamos charlar, tomar fotos, hacer un poco de espectáculo? ¡No! ¡Porque está Jesús! Seguramente estaríamos en silencio, en el llanto y en la alegría de ser salvados”.
Así, haciéndonos presente que ir a Misa es volver a vivir el calvario de Jesús, el Papa volvió a destacar la importancia de entrar en el misterio de salvación, con una actitud de recogimiento: “Pienso que ahora es más claro cómo la Pascua se hace presente y obrante cada vez que celebramos la Misa” dijo. “La Misa es volver a hacer el calvario, no es un espectáculo”.
En la conclusión de su alocución, pidió a la Virgen que “interceda ante su Hijo por todos nosotros, y nos alcance la gracia de ser hombres y mujeres que encuentren en el sacrificio eucarístico el centro de la propia existencia y la fuerza para vivir en el amor”.
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