La meditación en el Islam

La meditación en el Islam

Hablando de meditación, a menudo visualizamos a un monje o un maestro zen sentado con las piernas cruzadas en un estado de felicidad. Pero ¿qué pasa con los musulmanes?

 

La meditación es el núcleo de la espiritualidad islámica, pero desafortunadamente, a menudo no se le presta la atención y la atención que merece.

La meditación es el arte de rendirse. Se trata de estar completamente quieto y someterse a la voluntad de Al-lah en un estado mental consciente.

Es una actividad mental deliberada y autodirigida. Nuestros predecesores practicaban la meditación de varias formas.

Sabían que estas técnicas mejoraban sus actos físicos de adoración, incluido el salat (oración), el ayuno y el dhikr.

Cuando nos rendimos en meditación, dejamos ir a nuestro ego y nos damos cuenta de que no tenemos el control. Estamos practicando la “atención plena”.

La meditación tiene varios beneficios, incluido ayudar a reducir el estrés, aumentar la memoria, mejorar la atención y la concentración, disminuir la reactividad emocional y mejorar las relaciones personales.

El propósito de todo esto es crecer en contentamiento.

Todos los tipos de meditación islámica implican una forma de recordar a Al-lah, y el propósito de esto es purificar el corazón de los malos sentimientos y la mente de los malos pensamientos.

Aquí analizamos las diversas formas en que podemos practicar la meditación:

1 – Reflexión (Taffakur)

Taffakur significa pensar de forma intencionada, constructiva, decidida y positiva. ¿Cuánto tiempo dedicamos al día a reflexionar sobre la grandeza de Al-lah?

La práctica de Taffakur es esencial porque la cultura moderna fomenta el entretenimiento y la distracción constante.

Generalmente no hay tiempo para reflexionar y pensar, por lo que terminamos con pensamientos, ideas, miedos y creencias sin resolver.

En consecuencia, esto puede provocar estrés, ansiedad y falta de paz interior. Lo que debemos hacer es romper y liberarnos de los grilletes que nos atan a este mundo.

Comienza sentándote quieto durante cinco minutos después del salat fardh (obligatorio). Dite a sí mismo que este es tu regalo diario de amor propio.

Cierra los ojos y piensa en cómo Al-lah siempre te está mirando. Sois sólo tú y Él en este momento.

Reflexiona sobre cómo, en este mismo momento, Él sabe todo lo que pasa por tu cabeza: tus preocupaciones, tus miedos, tus esperanzas y tus sueños.

No tienes que verbalizar nada. Este no es un momento para ser duro contigo mismo. Mantente alejado de los pensamientos negativos que te degradan.

El hadiz afirma que Al-lah está más cerca de ti que tu vena yugular; este es ese momento.

Tu mente siempre irá a la deriva. Son tus nafs los que intentan tomar el control, pero tráelos de vuelta al centro; tráelos de vuelta a Él.

Tu enfoque principal está en Al-lah y nada más. Aumenta el tiempo en pequeños incrementos cada dos días a medida que domines la técnica.

Tomarnos el tiempo para reflexionar sobre Al-lah y el Más Allá generará conciencia, nos animará a ser más agradecidos y también aliviará el estrés diario de la vida.

2 – Gratitud

Muchos de nosotros practicamos la gratitud verbal.

Quizás veamos una pobreza abyecta en nuestras comunidades, lo que nos hará decir: “Estoy agradecido por lo que tengo”. Nuestra gratitud debe consolidarse diariamente. Es algo que debemos hacer conscientemente.

Creo que ejercitar la gratitud diariamentre nos permitirá procesar mejor las emociones de gratitud.

Utiliza tu tiempo para quedarte quieto y reflexionar sobre todo aquello por lo que estás agradecido. Si hay gratitud en tu corazón, no hay espacio para la ingratitud.

3 – Reclusión

La reclusión es algo que el Profeta Muhammad (PB) practicó antes de ser profeta. Pasó días en la Cueva de Hira, tratando de darle sentido a lo que veía a su alrededor.

Después de la profecía, prescribió el I’tikaf en Ramadán como algo que hombres y mujeres deberían hacer, ya que tiene inmensas recompensas. Podemos practicar el aislamiento durante todo el año.

Separarse incluso a diario de tu cónyuge y tus hijos es liberador, como un bálsamo para el alma.

Todas las esposas del Profeta Muhammad (PB) vivieron separadas, lo que nos muestra la importancia del tiempo a solas.

El aislamiento viene con el silencio. Según el dicho del Profeta (PB): “Quien crea en Al-lah y en el Último Día, que hable con bondad o guarde silencio”.

“Se dice que observar largos períodos de silencio es la clave del culto”. (Sufyan al-Thawri)

Nuestra práctica de atención silenciosa a su vez mejorará nuestra concentración en el salat (oración) y otros actos de adoración.

4 – Dhikr

El Dhikr es una de las prácticas más comunes de la meditación islámica.

Es la pronunciación repetitiva de palabras que alaban y glorifican a Al-lah. Esta práctica común de meditación a menudo se realiza de forma robótica y sin pensar.

Al realizar Dhikr en estado de meditación, aumentarás la eficacia de esta maravillosa práctica.

El acto de hacer rodar cuentas nos ayuda a concentrarnos mejor. Las cuentas de madera nos ayudan. Al provenir de la naturaleza, tienen un efecto más calmante que las cuentas de plástico sintético.

5 – Recitación del Corán

Leer el Corán es una de las formas de meditación más poderosas y gratificantes. También es una de esas cosas que podemos practicar durante nuestra jornada laboral.

Si estás teniendo un día particularmente malo, haz un descanso, haz wudu y recita el Corán.

Al Corán se le conoce como recuerdo, y al recitarlo se obtiene una sensación renovada de energía positiva.

Las prácticas de meditación no reemplazan ningún acto obligatorio de adoración, pero su propósito es mejorar nuestros actos de adoración, lo que a su vez conduce a una vida espiritual equilibrada.

Comentá la nota