Fue hasta ahora la cita más concurrida de la visita que Francisco realiza en Colombia para reivindicar los acuerdos de paz y el fin de la sangrienta guerra civil.
En lo que fue la capital mundial del narcotráfico y la sede del temible Pablo Escobar, el Papa Francisco congregó ayer en una misa a una enorme multitud superior al millón de personas, según los organizadores, que –más allá de las cifras- confirmó las mejores expectativas de concurrencia. Por estos días, además, los souvenirs por la visita del pontífice argentino superaron a los que evocan a Escobar porque, créase o no, también el sanguinario líder del cartel de Medellín tiene los suyos al haber pasado a la categoría de leyenda, no entre los habitantes de aquí, sino entre muchos turistas que no vivieron el horror que produjo.
La venida del Papa provocó, además, que se suspendieran los “Escobar Tour”, una visita a los lugares relacionados con el líder del cartel de Medellín, como la casa donde fue ultimado en 1993. Lo que, dicho sea de paso, provocó una polémica con las autoridades comunales, que consideran una apología del accionar de Escobar. Pero sus organizadores –como los vendedores de sus souvenirs- se defienden diciendo que la gente simplemente quiere conocer más al personaje, muy vigente en la memoria –o descubiertos por los más jóvenes- de muchos extranjeros por exitosas series como El Patrón del Mal.
Si bien no esta previsto que hablara del narcotráfico, el Papa improvisó unas palabras en un encuentro con el clero. “Quiero hacer una memoria dolorosa porque los jóvenes son naturalmente inquietos. Inquietud tantas veces engañada, destruida por los sicarios de la droga. Medellín me trae ese recuerdo. Me evoca tantas vidas jóvenes truncadas, descartadas, destruidas. Los invito a recordar, a acompañar este luctuoso cortejo, a pedir perdón para quienes destruyeron las ilusiones de tantos jóvenes. Pedirle al Señor que convierta sus corazones, pedir que acabe esta derrota de la humanidad”.
Pero los habitantes de Medellín, acaso la ciudad más católica de Colombia con la mayor cantidad de templos, lograron tras la muerte de Escobar iniciar una senda de pacificación y progreso. Aunque pequeñas bandas narcos siguen haciendo de las suyas. Medellín fue elegida en 2013 la ciudad más innovadora del mundo, algo que los llena de orgullo. Acaso eso también explique la masiva respuesta a un Papa que convoca a la unidad para construir el futuro. Cantidad que rivalizó con la que hubo en la misa de Bogotá.
El pontífice fue ovacionado en el trayecto de 36 km desde el aeropuerto hasta Medellín, una ruta que inicialmente iba a hacer en helicóptero, pero que lo impidieron las condiciones meteorológicas. Con todo, la lluvia cesó durante la misa y volvió tras su finalización. Al llegar le obsequiaron un poncho y un sombrero característicos de la región, que lució un rato para deleite de la multitud que lo seguía en pantallas gigantes. Entre los fieles había muchos que pasaron la noche soportando el clima.
En la homilía, interrumpida en varias ocasiones por aplausos, el Papa reclamó al clero y a los laicos construir una Iglesia renovada y abierta. A la vez que les pidió trabajar por la reconciliación de los colombianos, el eje de su visita a este país. Un tema que había tocado profundamente el día anterior, al encabezar en Villavicencio un emotivo Gran Encuentro Nacional por la Reconciliación, en el que víctimas y victimarios arrepentidos de violencia política ofrecieron testimonios desgarradores.
A su turno, el arzobispo de Medellín, Antonio Tobón Restrepo, destacó las mejoras que viene experimentando la ciudad. Habló de “un proceso histórico lleno de grandes realizaciones” con la ayuda de Dios. “Sin embargo –señaló-, no logramos superar completamente la estructura del mal, que pervierte las conciencias, genera diversas formas de corrupción, mantiene la inequidad social, arruina la vida con el egoísmo y no deja de promover la falsa solución de la violencia”.
Luego, en un encuentro con el clero colombiano, Francisco les advirtió sobre el riesgo de caer en el afán de lucro. “Como he dicho ya en otras ocasiones, el diablo entra por el bolsillo. Esto no es privativo de los comienzos, todos nosotros tenemos que estar atentos porque la corrupción en los hombres y mujeres que están en la Iglesia empieza así, poco a poco; luego —nos lo dice Jesús mismo— se enraíza en el corazón y acaba desalojando a Dios de la propia vida”, señaló el Papa.
Pero Medellín sigue mostrando rémoras que interpelan. Como un barrio para pobres que vivían en un basural que les construyó Escobar y que sus habitantes le agradecen. En la entrada hay un mural con una figura del Niño Jesús que dice “Bienvenidos al barrio de Pablo Escobar”, y una imagen del capo con la leyenda “Aquí se respira la paz”.
Hoy Francisco viajará a Cartagena, la última de las cuatro ciudades de su visita a Colombia.
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