Fue la primera celebración sobre la declaración que recibió del Papa el mártir ultimado por indígenas.
La iglesia jujeña celebró ayer por primera vez la beatificación del sacerdote jujeño Pedro Ortiz de Zárate, con un oficio religioso a cargo del obispo diocesano de Jujuy, monseñor César Daniel Fernández. La celebración litúrgica contó con la participación de numerosos sacerdotes pertenecientes a iglesias y parroquias de esta ciudad, acompañado por los seminaristas de esta provincia.
El obispo César Daniel Fernández pidió a los presentes no ser tibios y no llegar al fin de la vida con una trayectoria mediocre.
"Celebramos hoy por primera vez después de la beatificación el día propio de los Mártires del Zenta, los sacerdotes jesuitas Juan Antonio Solinas y el sacerdote diocesano jujeño Pedro Ortiz de Zárate, que fuera encargado de esta iglesia cuando todavía no era esta iglesia Catedral", indicó el obispo Daniel Fernández al iniciar la celebración en un templo colmado de fieles.
El religioso hizo referencia a la presencia de los integrantes del Seminario "Beato Pedro Ortiz de Zárate", que a partir de hoy llevará ese nombre, ya que hasta ayer era denominado "Presbítero Ortiz de Zárate" y que al ser beatificado correspondía ese cambio.
Recordó el pastor de la iglesia jujeña que fue tanto el dolor que causó entre los habitantes de aquella pequeña ciudad la muerte del sacerdote, que fue enterrado en un sector desconocido de lo que hoy es la Iglesia Matriz y que no se conoce el lugar exacto, frente a la gran devoción de los fieles, razón por la cual y al estar aquí presente las reliquias trasladadas de manera gozosa y dolorosa, no hubo otra opción que esconder sus restos para que nadie supiera dónde estaban para no provocar anticipadamente la veneración del pueblo cristiano, según indicó.
"Este año nos reunimos con particular gozo", afirmó monseñor Daniel Fernández, aclarando que "como lo marca el Evangelio de San Mateo hay que animar a los discípulos a tener la fortaleza necesaria en caso de ser perseguidos por ser cristianos y los invita a no perder la confianza y no temer a quienes matan el cuerpo pero no pueden matar el alma".
También hizo referencia a la tarea evangelizadora y sus actos permanentes de bondad y rectitud del beato Pedro Ortiz de Zárate, quien desempeñó diferente tareas humanas y espirituales, ya que ocupó cargos públicos, siendo alcalde de la ciudad, padre de familia y un sacerdote que estuvo atento a los aborígenes.
Finalmente indicó que "si hemos de vivir la fe debemos hacerlo a fondo, si hemos de vivir el amor hemos de vivirlo hasta el extremo, si hemos de jugarnos la vida por Jesús, hemos de jugarnos con toda la fuerza y con todo nuestro ser".
Antes de concluir con la homilía dio lectura a una semblanza de acuerdo a las narraciones históricas sobre el beato jujeño.
También instó a los devotos a ser más fieles y generosos en el cumplimiento de los deberes cristianos.
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