Una multitud de fieles animó la 45° edición de la peregrinación religiosa para agradecerle a la Vírgen. Finalizó con una misa en la Catedral celebrada por el obispo Gabriel Mestre.
Llegan de todos los barrios. En familia o en grupos de las distintas parroquias. Sonríen, se saludan y se preparan para el momento esperado: la salida de la imagen del Vírgen María por el acceso a la gruta de Lourdes. El sonido que se reproduce en parlantes genera alegría y el obispo Gabriel Mestre da una última arenga antes de comenzar la peregrinación. Caminar juntos es la consigna de la convocatoria y se cumple desde el inicio: miles de fieles escoltan a la imagen de la Vírgen que inicia su recorrido por las calles de la ciudad.
Con una importante convocatoria, se realizó la 45° Marcha de la Esperanza, una de las celebraciones religiosas más esperadas por los fieles católicos. El agradecimiento y la adoración a la Vírgen María son el motor para hacer un recorrido que llevará varias horas y que, luego de pasar por varias parroquias, finalizará con una misa en la Catedral. “Con María caminemos juntos en la audacia del espíritu” fue el lema que rodeó a la marcha de ayer.
Entre los fieles, se encuentran representantes de distintas congregaciones, grupos juveniles y familias enteras.
“Es un momento de júbilo el de ir junto a María la casa del Padre”, señaló el diácono de la parroquia de la Medalla Milagrosa Marcelo Lovera. “Se agradece y se renuevan los pedidos de pan, trabajo y paz social”, agregó.
“Es una manifestación de fe que recorre las calles. Todos tenemos algo que pedir y mucho que agradecer”, consideró el padre Oscar Maipah, de la parroquia Santa Rosa de Lima.
Esperanza
Ya con la caída del sol, y con los peregrinos cansados pero con la alegría intacta, la marcha finalizó con una misa celebrada por el obispo Gabriel Mestre en la Catedral. En la homilía, hubo referencia a tres aspectos fundamentales: caminar juntos, asumir la realidad, y esperanza.
El primer aspecto resume a la perfección el espíritu de la marcha. Mestre hizo referencia al significado de la palabra “sínodo”, que es caminar juntos. “Es el desafío que tenemos en cada familia, en cada grupo, en cada comunidad de la iglesia y en la iglesia toda, para poder servir a la patria”, resaltó.
Además, puntualizó en el concepto de “caminar juntos”, que se expresa a la perfección en la Marcha de la Esperanza. “Es una experiencia de caminar juntos. Cada uno va a un tranco distinto y hay que saber acompañarse, esperarse, el que va más rápido, y el que va más lento. Es una linda experiencia de caminar juntos que nos recuerda el desafío de caminar juntos la vida”, graficó el obispo.
Luego, invitó a “asumir la realidad” y remarcó algunos textos bíblicos con expresiones que “pueden resultar truculentas”. “Esas palabras nos invitan a asumir nuestra propia realidad que en muchos aspectos es positiva y en otros es compleja, por ejemplo, por la pérdida de algún ser querido o por la situación social que afecta particularmente a los más marginados de la sociedad”, explicó.
El último aspecto que destacó el obispo en la homilía fue el de la esperanza y recordó que la peregrinación tiene sentido “porque es signo de caminar a la casa de Dios que nos espera con la celebración de la eucaristía en la Catedral”.
“Jesús nos dice: tengan ánimo y levanten la cabeza. Eso es motivo de esperanza”, apuntó Mestre.
El inicio del período de adviento, tiempo de preparación para celebrar la Navidad, genera que haya “motivos sobrados para tener esperanza”.
Por último, Mestre expresó que el gran desafío de la Marcha de la Esperanza es “poder abrazarnos bien fuerte a Dios, y con la fuerza de Dios en el corazón, caminar juntos asumiendo la realidad con actitud de total esperanza”.
Testimonios de fe
Ana y Francisco llegaron junto al grupo de la parroquia Cristo Rey. “Venimos como todos los años. Siempre hay mucha gente, es una celebración muy linda y un momento que esperamos mucho”; coincidieron.
Abrigada para protegerse del fuerte viento, Noemí, del barrio San José, esperaba ansiosa la salida de la Vírgen para que empiece la marcha. “Es una fiesta para nosotros. A esta altura, venimos principalmente agradecer por todo el año”, dijo.
Sandra, Graciela, Laura y Adriana llegaron para hacer juntas el recorrido “Tratamos de venir todos los años, es un momento hermoso. Venimos a pedir pero principalmente a agradecerle a la Vírgen por todo. Es un momento de reflexión”, explicaron.
María Magdalena, del barrio Las Lilas, esperó que el inicio de la Marcha y luego se sumó. “Me gusta ir atrás porque puedo ir a mi ritmo, a esta altura me cuesta un poco, pero igual hago todo el recorrido”, contó. Y agregó: “Vengo todos los años, no me lo pierdo nunca. Lo más importante es agradecerle a la Vírgen”.
María, del barrio San José, destacó que se trata de una fiesta “multitudinaria” y recordó que participa de la marcha “desde que se empezó a hacer, con el obispo Pironio”. “Lo importante es que cada vez hay más gente”, celebró.
El colorido de los jóvenes
Los jóvenes con pecheras de distintos colores le dieron un colorido especial a la Marcha. Como es habitual, se hizo un “cordón humano” para rodear a la imagen de la Vírgen y controlar el avance de los fieles. Además, en cada parroquia se realizó una parada y se ofrecieron vasos con agua para hidratarse. Si bien hubo muchos fieles en la gruta de Lourdes donde se inició el recorrido, otra buena cantidad de peregrinos se sumó durante el trayecto. Otros hicieron el tramo final del recorrido y participaron de la misa en la Catedral.
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El recorrido comenzó en la Gruta de Lourdes. Desde allí la Marcha fue hasta la parroquia San Antonio, en Elpidio González 203. Después pasó por la parroquia Jesús Obrero, en Lisandro de la Torre 790 y de ahí se dirigió a la parroquia San José, en Matheu 3351. La anteúltima parada fue en la Asunción de la Santísima Virgen en Santa Fe 2973 y luego la marcha finalizó en la Catderal.
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En la calle Lisandro de la Torre se hizo el típico camino donde la imagen Virgen atraviesa toda la peregrinación hasta el fondo. El tiempo que tardó en regresar al punto de partida fue un reflejo de la cantidad de fieles que hubo en la Marcha.
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Al pasar por la parroquia San José, el obispo Gabriel Mestre, entró al “Pequeño cottolengo” a saludar a los residentes.
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Finalmente, el clima acompañó a pesar de que el viento se hizo sentir. La Marcha se desarrolló en una jornada soleada, lo cual fue un alivio luego del mal tiempo que hubo en horas de la mañana. “Agradezcamos el clima que nos acompaña, el viento acomoda las ideas”, arengó el obispo en el inicio de la procesión.
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“La Marcha de la Esperanza, es signo del caminar de la vida del día a día, del año que llevamos adelante con tantas cosas lindas y tantas complejas. Para nosotros esta es una marcha profundamente humana, y profundamente espiritual porque caminamos a la Catedral donde juntos celebramos la eucaristía como cierre de este peregrinar”, explicó el obispo Gabriel Mestre al anunciar la marcha.
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La primera edición de la Marcha de la Esperanza se realizó en 1973 con el impulso que le dio el obispo Eduardo Pironio y la reciente creación del Movimiento Juvenil Diocesano. La celebración se mantuvo con el correr de las décadas y ayer se realizó la edición número 45.
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