El Presidente recibió a la nueva cúpula de la Conferencia Episcopal en una dura reunión; los jubilados y la violencia en las calles generan inquietud en los obispos
Paradojas de la política o misterios divinos. En los días previos a los festejos por la Navidad, el Gobierno y la Iglesia protagonizaron ciertos momentos de tensión, diferencias de visión sobre la realidad nacional y hubo cuestionamientos puntuales de la cúpula eclesiástica de la Argentina que en el futuro inmediato deberá tomar en cuenta el presidente Mauricio Macri.
La reunión entre las nuevas autoridades de la Conferencia Episcopal Argentina, encabezada por su flamante titular, monseñor Oscar Ojea y Macri tuvo lecturas dispares: desde la Casa Rosada la calificaron como un diálogo "sincero y cordial" mientras que en algunos sectores de la Iglesia vieron en esa reunión la cristalización plena de las diferencias de opinión que los obispos vienen señalando al Gobierno con "mucha franqueza y algo de dureza", según algunos de sus interlocutores.
La reforma previsional y los hechos de violencia que se vieron en las calles en los últimos 10 días fueron el llamado de atención de la cúpula eclesiástica al Gobierno. Pero detrás de estos temas subyacen otras críticas veladas de la Conferencia Episcopal a Macri en momentos en que Ojea -un hombre de línea directa con el Papa Francisco- asumió la autoridad más visible de la iglesia en la Argentina.
La reunión entre Macri, Ojea, el cardenal Mario Poli y los obispos Marcelo Colombo y Carlos Malfa pasó casi desapercibida esta semana en medio del debate de la reforma previsional y la violencia en las calles. Pero no por esto resultó ser un "llamado de atención y una luz amarilla en la relación Iglesia-Gobierno", como graficó a Infobae un destacado miembro de la cúpula eclesiástica.
La principal fuente de diferencias que se fundamentó en el encuentro donde Ojea alertó a Macri por "la inquietud y malestar que genera en los jubilados la reforma previsional", según dijo un allegado al prelado. También hubo críticas hacia el accionar policial del jueves 14 de diciembre en que la Gendarmería actuó ante los manifestantes frente al Congreso. "Macri quiso dar una explicación técnica de la reforma y la Iglesia manifestó el sentir humano de los jubilados", dijo un miembro de la Iglesia que estuvo presente en el encuentro. No hubo forma de llegar a un entendimiento.
Desde el Gobierno estuvieron el jefe de gabinete Marcos Peña; el canciller Jorge Faurie; la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley; el ministro de Trabajo, Jorge Triaca; Fulvio Pompeo, secretario de Asuntos Estratégicos; el Secretario de Culto, Santiago de Estrada y el subsecretario del área Alfredo Abriani. "Fue una reunión cordial y muy positiva para ambas partes", resumió uno de los funcionarios del Gobierno. "Hay que desdramatizar lo que puede ser un diálogo franco y alejarlo de la idea de una mala relación", instó otro referente del gobierno.
El comunicado posterior de la Comisión Episcopal no reflejó del todo ese tono amistoso que la Casa Rosada quiso imponer al encuentro entre Macri y Ojea: "se habló con franqueza y claridad sobre la situación socio-política que está viviendo el país. Los obispos expresaron al Presidente sus preocupaciones por la situación de los jubilados, la magnitud de los hechos de violencia registrados y la característica de la respuesta de las fuerzas de seguridad. Y le manifestaron la necesidad de que en esta coyuntura económica, el mayor esfuerzo lo realicen los que más tienen", sostuvo el comunicado. También la Iglesia reafirmó la necesidad de continuar el camino del diálogo.
La llegada de Ojea a la Comisión Episcopal le impuso al diálogo con el gobierno un sentido más frontal y sincero que el estilo más diplomático o zigzagueante que supo tener monseñor Arancedo con la Casa Rosada. Como referente del Papa Francisco, el nuevo presidente de la Comisión Episcopal fue directo al grano: deslizó que el diálogo que convocó el Gobierno por la reforma laboral fue tardío, reclamó más apertura y destacó la inquietud de los sectores desprotegidos. A buen entendedor pocas palabras.
"Los obispos plantearon al Gobierno preocupaciones de lo que ven en la calle, como el malestar de los jubilados. Creemos que estas cuestiones se resuelven con más diálogo", dijo a Infobae el vocero de la Conferencia Episcopal, el sacerdote Jorge Oesterheld.
La tensión entre el Gobierno y la Iglesia tiene antecedentes cercanos. Antes de la reunión en la Casa Rosada, el presidente de la Comisión Nacional de Pastoral Social, monseñor Jorge Lugones, criticó con dureza la reforma jubilatoria: "Me parece que es una inequidad, es decir una desigualdad que tenemos que tener muy en cuenta, porque los jubilados son trabajadores. Están jubilados, en este momento en una tarea pasiva, pero son o han sido trabajadores", dijo.
Desde el Gobierno dijeron que las expresiones de Lugones son "aisladas" y no reflejan todo el sentir de la Iglesia. Es más, aclararon que Triacca había explicado a la cúpula eclesiástica hace más de un mes sobre el alcance de la reforma previsional y, aseguran, los obispos aceptaron el mensaje oficial. Pero en el medio resonaban aun las primeras palabras de Ojea al sumir la Conferencia Episcopal: "La misión de los Obispos no es analizar la pobreza, o llevar las estadísticas, las personas no son números. La pobreza tiene que ver con un modo de mirar culturalmente", dijo.
En febrero próximo la cúpula de la Conferencia Episcipal viajará al Vaticano para llevarle al Papa Francisco un detallado informe de todo lo que sucede en la Argentina.Por supuesto, entre los temas figura la violencia en las calles, la reforma previsional y el clima de crispación social que vive el país.
Juan Grabois, dirigente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular y hombre cercano a Francisco emitió un mensaje cifrado de la Iglesia: "El panorama viene muy feo y en estos días se va a profundizar. Vimos la externalización que se genera en la barriadas por la exclusión social que se manifiesta de distintas maneras combinada con la pérdida de autoridad del sistema político", sostuvo el joven mimado del Papa.
Desde la Casa Rosada, un encumbrado ministro respondió a Grabois y a un sector crítico de la Iglesia: "se comieron el relato kirchnerista y nunca hablaron de falta de diálogo del gobierno anterior o del INDEC dibujado por Moreno", dijo en diálogo con Infobae un ministro.
¿Habrá posibilidades de ampliar un poco más el diálogo social del Gobierno para evitar más críticas a futuro de la Iglesia?
"Tenemos un diálogo amplio con la Iglesia y otras confesiones sobre ejes distintos de la realidad como el combate a la pobreza o el narcotráfico", remarcó un secretario de Estado que conoce los vericuetos del Vaticano sus mensajes cifrados.
Para Alfredo Atanasoff, el ex jefe de Gabinete de Eduardo Duhalde y uno de los armadores del Diálogo Argentino en el 2002, "el Gobierno debe entender que aun estamos sumergidos en una crisis social que sólo se va a resolver con un llamado al diálogo amplio con todos los sectores y sin exclusión alguna". Tanto Atanasoff como Duhalde dialogaron de esto con Macri, Rogelio Frigerio y Marcos Peña en los últimos días.
Hay un antecedente cercano que prefigura este entendimiento que busca la Iglesia. Tras la muerte del mapuche Rafael Nahuel en un enfrentamiento con la Prefectura en terrenos de Parques Nacionales en Bariloche, el primer comunicado de la Conferencia Episcopal fue tajante: adujo que la muerte de Nahuel fue "fruto del accionar de las Fuerzas Federales". El mensaje crispó los ánimos de la Casa Rosada ya que entendieron que no había pruebas concretas de esto. Luego el obispo de Bariloche Juan José Chaparro convocó a una mesa de diálogo entre las autoridades locales, nacionales y las comunidades mapuches para suavizar el clima de tensión.
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