Hoja de ruta de una ambientalista de ultima generación después de la encíclica papal
Por María Eugenia Di Paola*
Francisco nos ha llamado a un cambio profundo en vinculación a nosotros mismos y nuestra Tierra. Su Encíclica ha tenido una importante repercusión en el mundo, y han sido diversas las voces que la han apoyado. Ahora bien: ¿qué nos plantea Laudato sí, de aquí en adelante? La Hoja de ruta que presenta la misma encíclica es muy oportuna, contiene acciones a seguir en los distintos planos de acción que tenemos los seres humanos. Por un lado, la globalidad y la política internacional, por otro lado, la política nacional y local y la participación en los procesos de toma de decisión, la articulación entre la política y la economía, las religiones en diálogo con la ciencia y la educación y la espiritualidad ecológica. Por esta causa, existen iniciativas reconocidas que vienen del movimiento ecológico mundial y la sociedad civil, que vale la pena valorar y profundizar para continuar trabajando. Estas acciones se presentan tanto en el ámbito más cercano a nuestra realidad cotidiana, como así también en el contexto comunitario de acción. Consideraremos en este sentido una serie de ejemplos ilustrativos que pueden ayudarnos en esta tarea:
Consumo consciente y responsable. Un estilo de vida que supere el consumismo irrefrenable y el “úselo y tírelo”como concepto hegemónico es necesario. Todos podemos llevar a cabo acciones para que las modalidades de nuestro consumo tengan en cuenta que “menos es más”. El uso de los recursos es un punto importante, no derrochar agua, utilizar eficientemente la energía, separar los residuos y reciclarlos. Asimismo, cuando compramos algo, tener en cuenta su ciclo de vida, esto es, ¿quién lo hizo?, ¿cómo llegó a mis manos?, ¿tiene algún sello que pueda servir para identificar que su producción respetó a los derechos de las personas y al ambiente, como por ejemplo el de “comercio justo”? ¿Puedo reciclarlo cuando ya no me sirva para la finalidad que lo compré?
Acceso a los recursos vitales. Generalmente las personas más pobres son quienes experimentan la falta de justicia ambiental, porque viven en las zonas más contaminadas, sin acceso a recursos vitales para su desarrollo. Resulta fundamental que toda la población pueda tener acceso a recursos fundamentales como el agua potable y el saneamiento, la energía, la tierra y el territorio. El planteo de la ecología humana es integral, socio-ambiental y advierte que una relación armónica con el medio debe darse en consonancia con una consideración del valor humano como base del ser comunitario. En consecuencia, este es un punto que no debe escapar a las políticas locales, nacionales y globales, como así tampoco a los reclamos que como ciudadanos realicemos por nuestros derechos y los de nuestras comunidades. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se aprobarán en septiembre de este año en Naciones Unidas involucran estos temas, y será fundamental velar por su implementación efectiva.
Ciudadanía. Los conflictos socio ambientales están creciendo en las últimas décadas, y esta situación ha repercutido en un mayor involucramiento de la ciudadanía para lograr el efectivo reconocimiento del derecho al ambiente y la sustentabilidad. Desde los vecinos autoconvocados, hasta las organizaciones de la sociedad civil, existe una amplia gama de actores que participan en la construcción de diversas políticas ambientales y vinculadas a la sustentabilidad. Estas demandas lograron hacer visibles, problemáticas que afectaban a la ciudadanía y en algunos casos, con el eco de la Justicia, las autoridades legislativas o ejecutivas, pasaron a formar parte de la agenda pública.
Valoración de la participación de las comunidades locales. El saber de las comunidades locales y de los pueblos indígenas resulta fundamental para poder trabajar en la planificación de un desarrollo sostenible, integral e inclusivo. Las decisiones en las distintas órbitas deben necesariamente involucrar y tener en cuenta a dichas comunidades en los procesos de toma de decisión. No se trata de un tema cosmético, sino de un derecho a respetar y por otro lado de un elemento que redunda en beneficio de mejores decisiones comunitarias desde un punto de vista integral.
Decisiones nacionales y locales. Existen normas y mecanismos de participación para la toma de decisión a nivel local y nacional. La corrupción mata y contamina, y los mecanismos de acceso a la información y participación ciudadana transparentan y dan un marco más adecuado a las decisiones. Por esta razón resulta fundamental superar el déficit de implementación de las normas ambientales con una participación activa de los ciudadanos y las comunidades en los procesos de construcción de las decisiones comunes.
Educación ambiental para la sustentabilidad. Resulta un pilar de la familia, la escuela, la universidad, la vida política y la vida religiosa. Somos comunidades de aprendizaje constante, y la educación ambiental se presenta tanto en el plano informal como en el formal. Por un lado la incorporación constante de prácticas y costumbres que sirven al bien común, como así también en el marco de los planes formales de formación. La integralidad de la ecología tiene que ver también con un trabajo en común, que supere la sola mirada de un saber o una ciencia, y por eso la educación y el abordaje integral de los conocimientos y la espiritualidad es clave.
Economía integral. Se trata de una visión integral de la ecología y la sustentabilidad, tal es el caso del triple impacto positivo, ambiental, social y económico. Una economía que no esté ligada a la rentabilidad a cualquier costo, sino desde una articulación de la empresa con la sociedad teniendo en cuenta la forma en que diseña, produce y genera impactos la misma empresa y sus proveedores, con la finalidad de priorizar los impactos positivos a nivel social y ambiental. La profundización de conocimientos como el de la responsabilidad extendida del productor o de la cuna a la cuna y del ciclo de vida de los productos, representa la búsqueda de una visión integral de la economía y debería incorporarse a las políticas públicas y privadas con mayor énfasis.
Decisiones globales. El movimiento internacional global que generó normas en temas de ambiente y sustentabilidad ya tiene más de 40 años, sin embargo existen aún muchos déficits en la implementación de muchos tratados internacionales, sobre todo en aquellos que requieren de un cambio de paradigma en las formas de producción y consumo, tal es el caso de los regímenes globales de Cambio Climático y Biodiversidad. No obstante ello, los ejemplos puntuales que han avanzado positivamente como es la temática de la protección de la Capa de Ozono, pueden servirnos como aliento para poder bregar por los cambios que nuestra Tierra necesita con suma urgencia. En este sentido, resulta fundamental valorar y profundizar la participación, propuesta, y desarrollo de conceptos en materia de gobernabilidad global, como es el caso del proceso de construcción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se está llevando a cabo en el ámbito de Naciones Unidas, el financiamiento del desarrollo y la discusión global climática que coronará el año en Paris.
Ecumenismo y espiritualidad. Como parte del diálogo interreligioso e intersectorial, en abril de 2015, en forma previa a la presentación de la encíclica, líderes religiosos junto con académicos, especialistas en desarrollo y decisores, convocados por la Academia de Ciencias Pontificias en el Vaticano, emitieron una declaración sobre “Cambio Climático y Bien Común”, incluyendo la movilización de fondos y atención a las personas más pobres del mundo, para poder prepararlas para enfrentar los desafíos de los inevitables cambios climáticos y ecosistémicos.
En consecuencia, frente al cambio global que está perjudicando a la tierra y a la humanidad, se impone un cambio individual y colectivo en el cual como personas y como familia humana podamos reaccionar, profundizar nuestras acciones positivas y revertir siglos de autodestrucción. El llamado de Francisco es a todos los seres de buena voluntad, en una visión integral de un mundo que nos necesita unidos, para las actuales y futuras generaciones.
*Coordinadora de Sustentabilidad de la Escuela de Posgrado del ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires), fue Directora Ejecutiva de FARN (Fundación Ambiente y Recursos Naturales) de 2007-2013 y actualmente es miembro de su Consejo Consultivo
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