Sean las alabanzas más excelsas para Allah, el Altísimo, el Creador, Aquel que inicia y moldea las formas de lo visible y lo invisible. Sea la azalá de Allah y su salam sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el Día del Juicio.
As-salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuhu,
Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La azalá de Allāh y su salam sean sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.
As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,
¡Allahu akbar! El takbir indica el final del mes de Ramadán, la luna se ha visto y hoy nos hemos reunido para celebrarlo. El Altísimo nos ha ayudado a llevar este mes de purificación, de encuentro profundo y viaje interior, siguiendo la Sunna de su Mensajero ﷺ, vibrando en cada instante, comprendiendo lo que Allah, el Altísimo, quiere mostrarnos. La luna índica un final bendito, un comienzo esperado, un regreso a la dunya (el mundo mundano).
‘Eid al-Fitr es una fiesta de encuentro y es, en el mejor sentido, una fiesta mundana. No es solo un día de fiesta, sino el regreso a la dunya después de un mes de paladear la vida plena. Volvemos a vivir en paradoja: nos parece que es plenitud, pero en realidad la vida en el dunya no es plena sino incompleta. Incompleta, pero, a la vez, necesaria porque sin vida espiritual estamos asfixiados. Ahora es el momento de aplicar todo lo que hemos aprendido el mes pasado.
¡Allahu akbar! De nuevo el takbir es un dhikr (recuerdo) para vivir en plenitud y con felicidad. Nos recuerda el lugar del Altísimo en nuestra realidad y en nuestra vida. Ramadán nos sirvió para ser plenamente conscientes (mutaqwin) de Su realidad (haqiqa).
Sembramos en el mes Rajab, observamos como crecía la cosecha en Sha’ban y recogimos los frutos en Ramadán, quemando los rastrojos en sus últimos diez días. Y es ahora, queridas hermanas y queridos hermanos, el tiempo para disfrutar de todas esas buenas acciones e intenciones que han dado sus dulces frutos tras el esfuerzo de estos meses.
¡Allahu Akbar! Quiso Allah, el Altísimo, que hayamos superado el ayuno con el hambre y la sed, con las pruebas de nuestra débil razón (‘aql) y con un corazón engrandecido. Estas bendiciones son las que nos permiten sobrevivir en un mundo complejo, lleno de sombra y aristas, llegando más allá de lo que nosotros mismos podemos imaginar. El extraño piensa que el hambre y la sed es duro, pero más duro es vivir en un mundo donde el corazón siente dolor cuando se dirige a la creación y ve el olvido (ghafla) del que muchos seres humanos participan. Pero para nosotros no es así, llegamos mucho más lejos.
Ramadán es una reflexión para todas y todos nosotros en el que volvemos a nuestro mundo (dunya) para hacerlo mejores, para aplicar todo lo que nuestro corazón nos enseñó durante el ayuno del cuerpo, para que aquel silencio y aquella ‘ibadatransforme nuestros corazones. Entonces viviremos en el mundo mundano, la dunya, como en el Jardín (jannah) y en el Jardín sentiremos como cuando estábamos en nuestro mundo.
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¡Allahu Akbar! No quiera Allah que vivamos en las alturas sin vivir en nuestro mundo, sin ascetismos, sin romper con nuestra vida cotidiana. Que triste sería vivir en un mundo sin poder disfrutar del placer, ni del dolor, ni las alegrías, ni las penas. Sin contrastes no se manifestarían Sus nombres, el Jamal (la belleza) y el Jalal (la majestad), sin contrastes no seríamos humanos, sin contrastes no seríamos banu Adam.
Por eso, nuestro din no es un camino para los que renuncian al mundo, sino para los que lo reafirman. Nuestro din es belleza, perfumes, gozo y dulces y no un camino de dolor y martirio. Por eso, en ‘Eid afirmamos la vida, la vida que nos lleva al Jardín, la vida que nos lleva a Allah, el Altísimo.
¡Allahu Akbar! La Sunna de nuestro amado Mensajero ﷺ nos invita a vivir en esa alegría (farah) que tenemos en el día de hoy, con la sonrisa profética. Por eso, hoy es un día de fiesta, de encuentro, de plenitud para todas y todos. Un momento para que los niños, y toda la familia, comprendan la importancia de vivir. ‘Eid al-Fitr es la fiesta del retorno a la vida, de aplicar todo lo aprendido y compartirlo. Compartimos comida, compartimos la vida.
Volvamos a vivir con el Sol, anhelando la plenitud del ayuno, pero aun así no perdamos nuestra conciencia de plenitud. Regresando purificados de cuerpo y corazón, a la espera de purificar nuestros bienes y nuestra vida. No es cosa de un mes, sino de un caminar conjunto para siempre.
¡Allahu Akbar! Acompañemos el zakat que hoy entreguemos. con tazkiyya (purificación del corazón), queridas hermanas y queridos hermanos, encontraremos una oportunidad maravillosa para avanzar en nuestro camino dentro del din y seguir creciendo. La zakat es una auténtica práctica profética. No solo se trata de dar “limosna” sino de una fraternidad de hondo calado, de un retorno de la justicia. Sin exagerar la cantidad, proporcional al poder terrenal que se tiene. La zakat es una obligación en tanto nos permite que no se pudra nuestra riqueza, el rizq que Allah, el Altísimo, nos ha dado. Es un signo de progreso espiritual tener más para entregar más, que denota una enorme humildad. Un acto de purificación y generosidad como pocos.
Todo hoy es un recuerdo hacia la purificación, hacia el encuentro y hacia la plenitud. Vivamos de verdad, con sinceridad, sin miedo a hacer tawba. Comamos y demos gracias a Allah y pidamos que, ya pacificados, nuestro corazón (lubb) florezca en el Jardín del Altísimo. Sin miedo y con conciencia, pues es propio de nuestro din. Quiera Allah que seamos de los elegidos y los justos. Quiera Allah darnos a Allah. Amen.
Así, pidamos a Allāh, el Altísimo, la luz de su Mensajero ﷺ para que nuestros corazones no se consuman en el fuego de la inmediatez y las palabras, antes de atisbar la plena realidad (ḥaqq bi-l ḥaqq).
Pidamos a Allāh luz y salām para ser agradecidos con su creación y superar los miedos al poder auténtico que debe regir en nuestros corazones.
Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhammadiyya.
Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.
Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el Señor de los mundos.
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