Durante el Ángelus, el Papa pidió «un acto de clemencia para los detenidos considerados idóneos». Y se dirigió a los gobernantes: «Que se mejoren las condiciones de vida en las cárceles». El elogio por el acuerdo sobre el clima por la «casa común»
GIACOMO GALEAZZI - CIUDAD DEL VATICANO
Durante el Ángelus, el Papa pidió un acto de clemencia «para los detenidos considerados idóneos». Tal y como hizo su predecesor san Juan Pablo II durante el Jubileo de 2000, en ocasión de su histórica visita al Parlamento italiano, Jorge Mario Bergoglio pidió a los gobiernos «un acto de clemencia» para los detenidos. Especialmente, Jorge Mario Bergoglio dijo: «someto a consideración de las autoridades civiles de cada país la posibilidad de hacer, en este Año Santo de la Misericordia, un acto de clemencia a favor de los presos que considerarán idóneos para que se beneficien de tal disposición».
Volaban muchos globos amarillos en la Plaza San Pedro para pedir, en este día del Jubileo de los detenidos, una amnistía. Cientos de personas participaron en la marcha, que comenzó en la cárcel Regina Coeli de Roma y llegó a la Plaza Sa Pedro para participar en el Ángelus con el Papa. «En ocasión del Jubileo de hoy de los Reclusos —afirmó Francisco—, querría hacer un llamamiento a favor de la mejora de las condiciones de vida en las prisiones de todo el mundo, de manera que respete plenamente la dignidad humana de los detenidos. Además, deseo reiterar la importancia de reflexionar sobre la necesidad de una justicia penal que no sea exclusivamente punitiva, sino que esté abierta a la esperanza y la prospectiva de insertar al encarcelado en la sociedad».
Además, el Papa destacó los valores de la Conferencia sobre el Clima: «Hace dos días entró en vigor el Acuerdo de París sobre el clima del Planeta. Este importante paso hacia delante demuestra que la humanidad tiene la capacidad de colaborar para salvaguardar lo creado, para poner la economía al servicio de las personas y para construir la paz y la justicia. Mañana comenzará en Marrakech, Marruecos, una nueva sesión de la Conferencia sobre el clima, dirigida, entre otras cosas, a la actuación de dicho acuerdo. Deseo que todo este proceso esté guiado desde la consciencia de nuestra responsabilidad para el cuidado de la casa común».
El Pontífice recordó a los 38 mártires de Albania, que dieron sus vidas durante el periodo de la dictadura comunista: «Ayer en Escútari, Albania, fueron proclamados beatos 38 mártires: dos obispos, numerosos sacerdotes y religiosos, un seminarista y también laicos, víctimas de la durísima persecución del régimen ateo que dominó durante mucho tiempo este país en el siglo pasado. Ellos sufrieron la cárcel, las torturas y al final la muerte, por ser fieles a Cristo y a la Iglesia. Que su ejemplo nos ayude a encontrar en el Señor la fuerza que sostiene en los momentos de dificultad y que inspira actitudes de bondad, de perdón y de paz».
El marco de referencia es la fe, que no puede ser reducida a mera ética. «La Resurrección es el fundamento de la fe cristiana. Si no existiera la referencia al Paraíso y a la vida eterna, el cristianismo se reduciría a una ética, a una filosofía de vida», afirmó. Según Francisco, «creer en la Resurrección es esencial, para que cada uno de nuestros actos de amor cristiano no sean efímeros y no tengan un fin en sí mismos, sino que se conviertan en semillas destinadas a germinar en el jardín de Dios y producir frutos de vida eterna». A los fieles reunidos en la Plaza San Pedro, el Pontífice recordó que «el mensaje de la fe cristiana proviene del Cielo, es revelado por Dios y va más allá de este mundo». Y por ello pidió que «la Virgen Maria, Reina del cielo y de la tierra, nos confirme en la esperanza de la Resurrección y nos ayude a hacer que fructifique en buenas obras la Palabra de su Hijo sembrada en nuestros corazones».
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